"Vacaciones y sensaciones" http://www.deia.com/es/impresa/2009/08/27/bizkaia/iritzia/590259.php

Cada año en vacaciones se repiten los mismos hechos pero con diferentes sensaciones. No sólo porque los acontecimientos externos que van sucediendo producen inevitablemente esa diferencia, también porque lo más inmediato, lo más próximo, va cambiando y en algunas ocasiones, y este año con mayor razón, de manera notoria, incluso podríamos decir que definitiva.

Esas reflexiones me vienen en estos días de breve relax después de momentos intensos, quizás los vividos con mayor profundidad de toda mi vida, excluyendo dos que me marcaron, uno en lo positivo, el nacimiento de mi hijo, y en negativo el otro, la muerte de mi hermano pequeño.

En teoría los veranos sirven como una especie de paréntesis en lo cotidiano, para cargar pilas a la hora de enfrentarse al siguiente curso, sea este educativo, profesional, político, e incluso sentimental, de manera relajada, reflexiva. Algo así como si vaciáramos la botella de sensaciones, para poder llenarla de nuevo en las estaciones que se avecinan. En verano no debería pasar nada, absolutamente nada, y de hecho era lo que habitualmente sucedía hace años. Playa, calor, paseo, música, charla animada, algún acto cultural, tranquilidad, sosiego, paellas a la sombra del chiringuito, poner al día la comunicación con tu pareja, incluso la actividad sexual atrofiada el resto del año, y poco más. Pero los humanos nos empeñamos en cambiar lo que funciona y en los últimos tiempos hemos decidido quebrar esa norma básica, convirtiendo esta época estival en una continuación de la rutina habitual del resto del año.

Durante este verano han ocurrido sucesos importantes, en lo externo y en lo interno, desde los crueles atentados de ETA, que en su deriva hacia ninguna parte se empeña en quebrar la paz que nos debe precisamente en estas fechas, más los flecos que provoca al activar a sus huestes políticas cada vez más condicionadas y sumisas al poder militar, la bronca insoportable de los partidos con los hipotéticos (¿o no?) casos de corrupción, la crisis que se hace sentir cada vez con más contundencia y para culminar esta ola de calor que me hace escribir este artículo refugiado en una sombra profunda, después de noches de difícil sueño que te hacen reflexionar más de lo debido.

Quiero, y debo dedicar un pequeño espacio a lo ocurrido en un lugar muy próximo a mi pueblo, en Burlada. La presión, los insultos, las agresiones que sufrieron los cargos políticos del PP navarro durante el desarrollo de sus fiestas no sólo es repudiable e inadmisible, merece una contundente condena de todos los que estamos en la actividad política. Y desde aquí expreso la mía.

Todos, pero en especial los miembros de la izquierda abertzale que aún no condena la violencia de ETA, pero que sí desea poder demostrar a la sociedad, a su sociedad, que aún les queda un mínimo de dignidad e independencia, no puede dejar escapar esta ocasión para dejar constancia de ello. Los Santi Kiroga, las Mariné Pueyo, gentes que conozco y que me consta estarán en contra de este tipo de actos más propios de cabezas rapadas que de militantes de izquierdas, deben alzar su voz dejando claro que no es así como se defienden las ideas, sino con la voz y la palabra. Me consta que en su seno se están produciendo movimientos profundos en esa dirección, aunque no sé aún si van a tener el valor, el coraje de sacar ahora, precisamente en este momento, sus reflexiones. Pero lo sucedido en Burlada les da pie para ello. Esperemos, y confiemos, porque de lo contrario, y a la vista de los últimos golpes propinados a la banda terrorista en los últimos días podría ser así, se pueden imponer en la otra orilla las tesis de que para acabar con esta lacra sólo cabe la utilización de la Policía, la colaboración internacional, más la acción de la Justicia, eliminando definitivamente la vía del diálogo. Cada vez somos menos y más desactivados los que defendemos esta última vía y si no se nos apoya desde el otro lado de manera activa y urgente acabaremos extinguidos. Les quedan pocas oportunidades. Ojalá las aprovechen.

Pero no sólo pasan cosas en nuestro exterior, también este verano ha sido importante en lo más cercano. A veces en la vida cuando piensas que ya nada más va a ocurrir, se producen los acontecimientos más importantes, acontecimientos que te hacen renacer incluso en lo más profundo. Sensaciones, sentimientos, que creías perdidos para siempre se avivan y te das cuenta de que aún te queda un camino que recorrer, que como otros anteriores tendrá momentos dulces y amargos, pero que abre nuevas posibilidades y experiencias, encontrando la ilusión la fuerza, para vivirlas a fondo, a tope como dicen los jóvenes de ahora. Asumiendo riesgos, dejando jirones de piel, pero teniendo muy claro que esta vida sólo se vive una vez, una sola, y que cada segundo perdido se puede convertir en un siglo.

Quizás el haber conectado con una civilización que siempre me ha fascinado: la maya, y sus predicciones, especialmente todo lo referente al 2012 y su cambio de era, me haya hecho más receptivo a estas cuestiones. No sé lo que ocurrirá el 21 de diciembre de ese año emblemático, lo que sí sé es que desde ahora hasta esa fecha estoy dispuesto a vivir cada día con la máxima intensidad y, cuando llegue, espero que al lado de los seres queridos, me encontrará pleno de fuerza y energía positiva.

Es una decisión que recomiendo a todos y todas, pero especialmente a los que tienen capacidad para decidir los cambios sociales y políticos, desde los jefes y jefecillos de ETA y su entorno, hasta mis compañeros del PSOE, especialmente los del PSN y PSE. Es probable que leer todo lo que los mayas nos transmitieron, reflexionar sobre ello, nos sirva para resolver nuestros conflictos más cercanos y darnos cuenta al mismo tiempo de lo equivocadas que son ciertas decisiones.

Lo son desde la última ofensiva terrorista, pasando por los acontecimiento de Burlada, y también la presión excesiva sobre un entorno que está en plena transformación. Lo que está ocurriendo con todo lo referente al apoyo a los presos me parece un despropósito que debería ser rectificado, lo mismo que una política penitenciaria que se está demostrando ineficaz para el objetivo que persigue: desactivar a los violentos y hacerlos cada vez menos y más débiles. Pero eso ya es otro tema.

Ahora queda disfrutar de lo que falta de un verano que ha sido especialmente intenso, y muy diferente a lo que, al menos por mi parte, preveía hace apenas un año. Disfrutarlo a pesar del calor, y de quienes pretenden amargarlo. Después llegará un otoño, un invierno, una primavera, camino del 21 de diciembre de 2012…

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