Tiempos oscuros (en DEIA el lunes 26 de Abril 2010)

Tiempos oscuros

Desastres naturales y humanos, desastres económicos y sociales, degradaciones institucionales que sitúan el sistema democrático al borde del abismo, crisis ideológica en los partidos con mecanismos heredados del siglo XIX, crisis de diálogo y entendimiento...

Por José Luis Úriz Iglesias, * Portavoz del PSN en el Ayuntamiento de Villava-Atarrabia - Lunes, 26 de Abril de 2010

NOS está tocando sufrir tiempos oscuros, allí y aquí, como siempre cada lector pondrá un nombre diferente a cada lugar, pero en esta ocasión no habrá contradicciones porque la negatividad alcanza a Euskadi, España, Europa y el mundo en su conjunto; aunque supongo que alguna particularización habrá que introducir. Cada vez que al levantarnos por la mañana escuchamos las diferentes radios, leemos cualquier periódico o vemos la televisión, sea esta en formato informativo o lo que se denominan espacios de entretenimiento, se tiene la sensación de que esto se nos viene abajo, incluso en algunas ocasiones en el sentido literal de la palabra. Los terremotos se suceden uno a otro, a veces parece como si las imágenes que vemos una y otra vez, aunque ocurran en lugares diferentes, Haití, Chile o China, sean las mismas, con los mismos rostros de terror, de desolación... Uno tiene la sensación de que la esperanza estuviera huyendo de nuestros días mientras los volcanes en erupción nos demuestran la fragilidad del género humano y de todos sus avances. Lo que ha ocurrido con el de Islandia, colapsando los aeropuertos de media Europa, así lo demuestra.

Desastres naturales y humanos, pero también desastres económicos, sociales, religiosos, y como final de la cadena desastres éticos, ideológicos. Seguramente, como consecuencia de la degradación que todos estos conceptos están sufriendo en nuestros días. Todo parece haber entrado en una profunda crisis: nuestro planeta, que quizás responda a las agresiones que le hemos infringido, el sistema capitalista, llevándonos a una situación sin precedentes, o la Iglesia católica a la que por fin se le he caído la careta dejando al descubierto su esperpéntica, su inmoral cara. Todos habíamos oído, algunos sufrido, que en su interior se producían casos de pederastia (hasta ahora sólo han trascendido los realizados por curas, pero pronto saldrán también los de las monjas) pero callábamos en un acto de complicidad indigno. ¿No seremos todos responsables por acción u omisión de lo ocurrido o al menos de no haberlo parado a tiempo?

Pero también se da degradación en instituciones que están situando al sistema democrático al borde del abismo. Los casos de corrupción se van extendiendo por todos los partidos políticos dejando al descubierto un sistema caduco, trasnochado, de organización de los mismos, que los hace vulnerables y que debe hacer reflexionar a sus líderes sobre la necesidad de una profunda transformación que haga posible la modernización de instrumentos que aún funcionan con mecanismos heredados del siglo XIX, adaptándolos al XXI. Si no son capaces, la alternativa la dará una sociedad consciente de su desprestigio creciente -que ya no los reconoce como instrumento válido para defender sus derechos, para responder a sus necesidades- posiblemente apoyando la aparición de movimientos antidemocráticos que los sustituyan.

Esta crisis afecta especialmente a los partidos de izquierda huérfanos de líderes potentes, a la deriva en lo ideológico e incapaces de plantear iniciativas creíbles ante la crisis del capitalismo. Coincido en gran parte con el análisis que en un reciente artículo en Le Monde Diplomatique hacía su director Ignacio Ramonet, ampliado por Enrique Curiel en su reciente Necesitamos una nueva izquierda, en los que además de mostrarse preocupados por la inoperancia de la izquierda europea se planteaban la posibilidad de que, ante esa inoperancia sumada a la crisis terminal de los partidos herederos de los antiguos comunistas, surgieran nuevas iniciativas en la línea de la creada por Lafontaine en Alemania.

Es una posibilidad real aquí, más aún viendo cómo en sectores importantes del propio PSOE ya dan por amortizado a Zapatero, por lo que no sería extraño que algunos avanzaran aún más y se plantearan que el amortizado es el propio partido. Una primera prueba de fuego va a ser lo que ocurra como resultado del debate del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Cataluña, y en las elecciones posteriores. Si se produce, como indican todos los indicios, especialmente después de conocerse la votación del pasado 16 en la que quedó clara la mayoría del sector conservador del mismo, un varapalo al Estatut y como consecuencia de ello el PSC pierde en las urnas y por tanto sale del gobierno, se profundizarán los indicios de ruptura que se empiezan a ver en su seno (el documento elaborado por el sector nacionalista liderado por Montse Tura, Maragall, y Castells es muy significativo). Y esta ruptura quizás pudiera traer una primera experiencia piloto de lo ya comentado.

Sólo si desde la dirección del propio PSOE, en especial su secretario general, se dan cuenta de este peligro real reaccionando de manera rápida, audaz y eficaz es posible parar esta hipótesis. ¿Cómo? En buena lógica, cambiando el sentido de la marcha, de su marcha como partido de izquierda potenciando esa línea ideológica (en su seno existen gentes que podrían llevar adelante este proyecto si se les deja) y también de su marcha al frente del gobierno huyendo de medidas antipopulares y conservadoras a las que le están empujando desde los sectores más reaccionarios. Aún se está a tiempo de volver a recuperar las señas de identidad más claras de la izquierda y, como consecuencia, la confianza de su base social, ahora perpleja por lo que está ocurriendo.

La crisis también ha llegado a otros estamentos del Estado de derecho, el penoso espectáculo que está dando nuestra Justicia así lo manifiesta. Su culminación: el enjuiciamiento del juez Garzón. Sentar en el banquillo a un juez que intenta hacer justicia ante los crímenes del franquismo, y que lo sea como consecuencia de las denuncias de los herederos de aquellos criminales es además de esperpéntico totalmente repudiable. Afortunadamente un rayo de luz despunta en medio de la oscuridad y la reacción social ante esta aberración hace recuperar un halo de esperanza.

Aquí, entendiendo el aquí como lo más próximo, luces y sombras; luces por haberse hecho justicia con Egunkaria y sus directivos, injustamente perseguidos durante años, y sombras con la continuación de un conflicto que ya debiera estar resuelto hace ya mucho tiempo. El toma y daca de los comunicados de ETA y las reacciones del gobierno en forma de detenciones debiera hacer reflexionar a los que tienen capacidad de dar pasos firmes para su resolución. Cada vez queda menos para las elecciones de 2011, en las que un elemento clave es la presencia de la izquierda abertzale en ellas. Para conseguirlo, ambas partes deben hacer movimientos urgentes y audaces. Parece que hay algo en esa línea, especialmente en un mundo que por primera vez empieza a intentar caminar sin tutelas, pero van demasiado despacio y los tiempos se echan encima.

Crisis económica, del sistema capitalista, de los partidos en su conjunto pero en especial de la izquierda, de la Iglesia, del sistema judicial, crisis en el propio planeta... y también crisis de valores. Sólo hay que ver los programas que se denominan de entretenimiento, que quizás los intelectuales desprecien pero que son los más vistos por nuestros ciudadanos. El espejo donde se miran y que lamentablemente imitan. Crisis en las relaciones humanas, en la pareja, en la amistad, crisis de diálogo y entendimiento, en la comunicación que prima lo virtual a lo real, crisis ideológica, moral, ética...

¿Será verdad lo que hace siglos predijeron los mayas? ¿Será verdad que estamos en la víspera del final de una era? ¿O es la víspera del final de la humanidad, o al menos de la humanidad tal y como la conocemos? Ante esos interrogantes seamos positivos recordemos el famoso libro de Rhonda Byrne, El secreto, en el que se plantea: "No puedes ayudar al mundo enfocándote en lo negativo. Cuando te enfocas en los acontecimientos negativos, no haces más que ampliarlos, además de atraer lo negativo a tu vida".

Seamos, pues, positivos, pensemos que todo lo expuesto no es nada más que un pequeño paréntesis y que el futuro va a ser mucho mejor. Superaremos la crisis desde la izquierda que se fortalecerá al renacer de sus cenizas, habrá una reforma en profundidad de los partidos en los que primarán el trabajo y la honestidad frente a la sumisión y el borreguismo, la Iglesia volverá a sus orígenes, aprenderemos a cuidar nuestro planeta, recuperaremos los principios éticos básicos, las relaciones humanas se basarán en bases sólidas, resucitaremos el espíritu de Montesquieu, los malos no volverán a ganar, y como consecuencia de todo seguramente seremos más felices. ¿O debo decir simplemente que seremos felices? Desde la ingenuidad, aún creo en ello.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Comunicado de apoyo a Odón Elorza

Mensaje de mi madre de 95 años a los progresistas que dudan si votar o no