The long and winding road 2 (Art. publicado en DEIA el 18-11-10.

Hace más de cinco años escribí en este mismo medio de comunicación un artículo con este mismo título, del que ahora continúo con su segunda parte. Eran momentos mucho más difíciles en el tema al que me refería: el proceso de paz, pero con elementos comunes que convendría desactivar.

Lo titulaba así haciendo referencia a la famosa canción de los Beatles de 1970, que traducida al castellano viene a significar algo así como el “largo y tortuoso camino”. Vuelvo a escucharla mientras escribo estas líneas y en un instante me paro a pensar, a reflexionar, que en ese largo y tortuoso camino que nos debe llevar hacia la paz actualmente se dan condiciones necesarias y suficientes para que se convierta en corto y rectilíneo.

¿Por qué entonces no somos capaces de recorrerlo? Quizás porque los humanos nos empeñemos en actuar con rigidez en lugar de utilizar la generosidad, más aún en momentos cruciales como el que nos están tocando vivir.

Tengo la sensación de que todas las partes del conflicto están convencidas de que éste es el momento. Ese convencimiento se manifiesta por diferentes motivos: desde ETA, porque su extrema debilidad consecuencia de la presión policial, judicial y de colaboración internacional que se le ha venido encima desde que calcularan mal los efectos de la bomba de la T4, la han situado en una posición límite en la que no le queda otra alternativa que desaparecer de la manera más “digna” posible. Batasuna porque han llegado a la conclusión de que la violencia, además de una lacra éticamente reprobable, es una losa que les impide crecer políticamente y como consecuencia dificulta la posibilidad de alcanzar sus objetivos políticos. Por su parte en la otra orilla, en el estado, existen dos almas que conviven difícilmente: aquellos que consideran que hay que ayudarles en ese empeño de reconversión interna y quienes se enrocan al adoptar posiciones rígidas, inmovilistas.

La postura del PP está claramente situada en ésta segunda opción, dedicados en cuerpo y alma a poner palos en la rueda de un carro que nos debe conducir a la paz. Su extrema rigidez, la inadmisible y a veces inmoral presión que ejercen sobre el PSOE para que nada se mueva en este tema, pone en peligro el difícil equilibrio que existe en el mundo de ETA y su entorno. Sus expertos electorales han teorizado que el final de ETA favorecería la posibilidad de que el PSOE ganara las próximas elecciones generales y han puesto toda su maquinaria política, mediática y social dedicada a impedirlo.

Por su parte en el PSOE, más allá de posiciones minoritarias como las que adoptamos Eguiguren, Elorza y yo mismo, existen conviviendo también en un difícil equilibrio dos almas: quienes estando de acuerdo con que éste es el momento en el que habría que tomar medidas, que favorecieran el tránsito de la Izquierda Abertzale hacia posiciones democráticas y por tanto posibilitando su presencia en las elecciones, consideran que debe hacerse despacio, pisando tierra firme en cada paso que se avance y aquellos que por el contrario defienden y teorizan que no debe hacerse nada, ya que cualquier movimiento en falso (recuerdan constantemente el atentado de la T4) podría dar alas electorales al PP. Ambos grupos coinciden no obstante en tener una gran desconfianza sobre todo lo que viene de la Izquierda Abertzale y su entorno.

En cualquier caso esta es la fotografía que se ve, pero ignoramos la que no se ve, porque en todo conflicto de estas características los movimientos más profundos se producen antes de visualizarse en lo subterráneo. Allí es probable que se estén cocinando posibles soluciones a este rompecabezas.

Por eso coincido con el optimismo de Eguiguren. Como él creo en la buena voluntad de Batasuna (aunque esa creencia me haya llevado a un incomprensible, más en estos momentos, expediente de expulsión), en que su decisión es sincera y firme, sin vuelta atrás. Avalada por un proceso interno complejo y difícil en el que los posibilistas como Otegi, Rufi Etxeberría, o Barrena han ganado por goleada. También creo que ese proceso y la decisión consecuencia del mismo de acabar con la violencia y trabajar con métodos democráticos han impregnado igualmente a la mayoría de su entorno, presos, familiares, movimientos sociales e incluso a la propia ETA aunque aún le cueste digerirlo. Estoy convencido de que esta vez no hay vuelta atrás. No va a haber otra T4 ni sucedáneo de la misma, que es lo que más temen desde la dirección del PSOE y de ahí la extrema desconfianza (qué daño produjo aquel atentado, más allá del dolor de las dos muertes y los destrozos que originó).

Por eso ahora es más necesario que nunca profundizar en la confianza mutua. La importancia de las personas de ambos lados, que durante años y años han sido capaces de profundizar en ella producto de decenas de contactos, conversaciones, cafés, comidas, resultan ahora absolutamente claves. Son las que deben convencer a los reticentes de ambas orillas, en la nuestra a Rubalcaba y Zapatero, de la sinceridad de las nuevas posiciones. Va a ser un trabajo complejo, duro, pero vital para que esta situación vaya por el buen camino. Una camino ahora sí recto y corto. Y esa es otra de las claves: que debe hacerse sin prisa, pisando firme, pero sin pausa para que nadie llegue a teorizar que esto no sirve para nada, como en un momento dado ocurrió en el anterior proceso de Loyola.

La Izquierda Abertzale ha hecho una apuesta estratégica que para ser eficaz en el propósito de la desaparición de la violencia debe serle rentable y esa rentabilidad debe concretarse en la posibilidad de su presencia electoral y en movimientos concretos sobre la situación de los presos. Aunque para conseguirlo aún harían falta dos decisiones imprescindibles: cumplir lo exigido en la ley de partidos (con la presión del PP no caben atajos en este aspecto) y un pronunciamiento de ETA mucho más claro en su intención de abandono de la violencia. Ambos hechos conseguirían desactivar las reticencias que aún existen en sectores influyentes del PSOE.

Estamos en el momento más esperanzador, pero también en el más peligroso. La consecución de la paz es un factor estratégico situado por encima de intereses partidistas, que exige dosis importantes de audacia, imaginación, diálogo y generosidad en ambas partes. Ahora un fino hilo las une, hagamos que se convierta en una firme soga y tiremos todos de ella hasta acercar esa ansiada paz. La sociedad, la de allí y la de aquí, premiará a quienes sean capaces de conseguirlo

Ese es el objetivo. Ahí estamos y ahí estaremos.

Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Portavoz del PSN en el Ayuntamiento de Villava-Atarrabia) PORQUE SIGO SIÉNDOLO!

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