Un mal día para la paz.



Aún aturdido por la noticia de la sentencia del “caso Bateragune” en la que se condena a Otegi, Rafa Díez, Miren Zabaleta y otros a penas durísimas por pertenencia a ETA escribo estas líneas. Como demócrata y como socialista (aunque me hayan privado de mi carnet del PSOE) me siento profundamente indignado y avergonzado. Después de una rápida lectura a las partes más relevantes de la misma se podría decir como hizo un alcalde famoso hace años que “la justicia es un cachondeo”. Compararla con las recientes de Egunkaria y Udalbiltza produce sonrojo desde el punto de vista jurídico pero especialmente desde la sensatez. ¿O debo decir la insensatez que es lo que parece rezuma por todos los lados?

Siempre he defendido que para entender cualquier conflicto y por tanto para poderlo resolver, éste también, es imprescindible hacer el ejercicio intelectual de situarte en el lugar del “otro. Por eso he seguido con la máxima atención todo lo que me iba llegando sobre el debate surgido en el interior de esa Izquierda Abertzale que se concretó en la propuesta lanzada a través de Bateragune. Esa propuesta lo que me indicaba era que ése, precisamente ése era el camino adecuado.

Conocía el esfuerzo de Otegi, Rafa Díez y otros para convencer a los suyos de que la vía violenta no era la adecuada, no solo por cuestiones éticas, que también, sino especialmente por cuestiones políticas. Lo consiguieron porque el caso de Miren Zabaleta era significativo al convertirse en su recorrido en entusiasta del mismo. Era una apuesta arriesgada no solo táctica para poder acceder a las instituciones, también lo era estratégica, de largo alcance, de calado. Por primera vez los políticos se imponían a los militares y eso desde los demócratas del otro lado debía ser visto como una excelente noticia. Pero tengo la sensación que esto quien tenía que saberlo, lo sabía.

Lamentablemente los poderes fácticos, especialmente periodísticos y judiciales, no lo quisieron consentir y comenzó una presión inmoral al Estado provocando una campaña que iba en la dirección contraria a la que era conveniente y necesaria para consolidar esa opción y por tanto la paz. La detención y encarcelamiento de los impulsores de Bateragune fue un episodio más, quizás el más negativo y relevante, de esa campaña. ¿Torpeza, o lo que sería mucho más grave una decisión para torpedear la opción de la paz? Es una pregunta que todavía no tiene respuesta.

Zapatero, en horas bajas acosado por la situación económica, no tuvo la capacidad o quizás el coraje para desactivarla. Posteriormente las sentencias de los casos Egunkaria y Udalbiltza abrió de nuevo una vía a la esperanza. ¿Eran decisiones debidas a la casualidad, quizás al juez Bermúdez que ejerció en ambas, o eran de más calado? La legalización de Bildu después de la decisión contraria planteada con Sortu abría los mismos interrogantes.

En aquel momento parecía que la sentencia sería absolutoria, al menos utilizando la sensatez y el sentido común, ya que si los imputados en Egunkaria y Udalbiltza habían sido absueltos con los razonamientos aportados en ambas sentencias era evidente que a los de Bateragune se debía aplicar el mismo criterio.

La realidad es que no ha sido así, se han sacado de la chistera una sentencia injusta si la comparamos con las otras, pero especialmente torpe, inoportuna, una piedra gorda, muy gorda en el camino complejo y tortuoso hacia la paz. Si ahora, con los razonamientos que se usan en la sentencia, Otegi es de ETA, con la misma razón pero en la orilla contraria; ¿no se podría acusar también a todos los que apostamos por la paz de lo mismo?

Habrá ahora una avalancha de análisis, artículos, comentarios, la mayor parte de ellos de gentes que ignoran absolutamente la situación del conflicto, hechos sin el más mínimo rigor intelectual. Por mi parte sigo pensando que la decisión tomada por la Izquierda Abertzale es definitiva y estratégica, por lo que esta sentencia aunque entorpecerá la marcha no la parará. He sido expulsado del PSOE por decir que Otegi trabajaba para llevar a Batasuna por la senda de la paz, esta sentencia me contradice, pero la realidad machaconamente no.

También creo que desde el PSOE, con la previsión de perder las próximas elecciones, debería hacer ahora, precisamente ahora un ejercicio de sensatez, audacia y generosidad (tenemos poco que perder) con alguna decisión, especialmente en lo referente a los presos y más concretamente a los presos enfermos, para intentar paliar el efecto negativo de la misma. Después el PP dictará su propia sentencia política, espero y deseo que en ningún caso desde su mayoría absoluta.

Escribo estas líneas desde mi inequívoca posición mantenida durante más de 30 años contra la violencia y los violentos, que me ha llevado a situaciones "complejas", duras y en alguna ocasión peligrosas lo que creo que me aporta una legitimidad de la que otros carecen.

El 16 de Septiembre del 2011 será recordado porque una sentencia injusta e inoportuna intentó entorpecer, dinamitar un proceso ilusionante hacia la paz, pero también y eso es lo fundamental, porque NO lo consiguió. La esperanza aún se mantiene viva y procuraremos, en la medida de nuestras posibilidades, seguir manteniéndola.




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