Una sentencia injusta e inoportuna (Publicado en DEIA el 22/09/2011)

Traslado aquí mi artículo de este mes en DEIA. Tengo la sensación que el domingo, aniversario de la "Declaración de Gernika", se va a producir un hecho que compensará lo negativo de esta sentencia. Por eso hoy la imagen de la paloma de la paz deja de estar herida con la esperanza de que sea así. Esperaremos....




Después de una semana convulsa, debido a las informaciones periodísticas que me situaban en una reunión celebrada en 1998 entre la cúpula de la IA y Rubalcaba, ahora vine la mala noticia de la sentencia que la Audiencia Nacional ha dictado sobre el denominado “caso Bateragune”. Por cierto si (condicional) esa reunión habría existido sería una incongruencia mi expulsión del PSOE y algunas de las cuestiones que están ocurriendo en este país sobre este tema en concreto.

En ese largo y tortuoso camino recorrido en los últimos años he ido conociendo a numerosas personas, algunas militantes destacados de la izquierda abertzale. Conozco a Permach, a Otegi con el que participé en 1999 en unas sonadas jornadas celebradas en la Universidad de Barcelona sobre la situación en Euskadi, a Kiroga a Barrena hacia el que siento un gran aprecio y especialmente a Zabaleta al que me une una profunda amistad. Desde aquí mi apoyo y solidaridad en este trance difícil y doloroso que me consta está pasando. Un conflicto tan largo y duro genera víctimas en ambas orillas y daños colaterales terribles que algún día todos deberemos reconocer y lo que es más importante, resarcir.

Han sido muchas horas de charla y debate, comidas, cenas, cafés alrededor de una mesa, en las que se mantenían las diferencias políticas pero en las que con el paso del tiempo se establecían vínculos personales de confianza y amistad.

Confianza, esa es la clave. En cualquier proceso como el nuestro es fundamental, especialmente en la parte final, que los interlocutores se tengan confianza, que cuando dicen algo se fíen de ello. Creo que en estos largos años eso lo hemos conseguido. Quizás la miopía de los que en un momento como éste dirigen las riendas del estado no entienda el valor de esa confianza, que solo se adquiere con el tiempo y con la profunda relación personal. Ha pasado mucho tiempo desde 1988, pero debiera ser un instrumento utilizado independientemente de quien acabe dirigiendo el proceso final.

Todo lo que he hecho durante ese tiempo ha ido dirigido exclusivamente a favorecer la paz, a crear las condiciones necesarias y suficientes para que se consolide. Durante esos años soy consciente de que esas largas charlas me han producido lo que se denomina el “síndrome de Estocolmo”, supongo que a ellos también, pero eso es positivo porque elimina resquemores y favorece situarte en el lugar del “otro”, posición imprescindible para resolver cualquier conflicto, por eso todo lo que me iba llegando del debate surgido en el interior de la Izquierda Abertzale que se concretó en la propuesta lanzada a través de Bateragune me indicaba que ése, precisamente ése era el camino adecuado.

Conocía el esfuerzo de Otegi, Rafa Díez y otros para convencer a los suyos que la vía violenta no era la adecuada, no solo por cuestiones éticas, que también, sino especialmente por cuestiones políticas. Lo consiguieron porque el caso de Miren Zabaleta era significativo al convertirse en su recorrido en entusiasta del mismo. Era una apuesta arriesgada no solo táctica para poder acceder a las instituciones, también lo era estratégica, de largo alcance, de calado. Por primera vez los políticos se imponían a los militares y eso desde los demócratas del otro lado debía ser visto como una excelente noticia.

Pero lamentablemente no fue así, los poderes fácticos, especialmente periodísticos y judiciales, no lo vieron así y comenzó desde el Estado una campaña justo la contraria a la que debiera ser conveniente y necesaria para consolidar esa opción y por tanto la paz. La detención y encarcelamiento de los impulsores de Bateragune fue un episodio más, quizás el más tenebroso y relevante, de esa campaña. ¿Cómo se podía ser tan torpe? ¿Era torpeza, o lo que sería mucho más grave una decisión para torpedear la opción de la paz? Es una pregunta que todavía no tiene respuesta.

La falta de coraje de un Zapatero en horas bajas acosado por la situación económica contribuyó a que ese desatino se consolidara. Posteriormente las sentencias de los casos Egunkaria y Udalbiltza abrió de nuevo una vía a la esperanza. ¿Eran decisiones debidas a la casualidad, quizás al juez Bermúdez que ejerció en ambas, o eran de más calado? La legalización de Bildu después de la decisión contraria planteada con Sortu abría los mismos interrogantes.

Pero el análisis era claro, si a los imputados en Egunkaria y Udalbiltza habían sido absueltos con los razonamientos aportados en ambas sentencias era evidente que a los de Bateragune debían de aplicar el mismo criterio.

Pues no, no ha sido así, de nuevo ese macabro péndulo que sobrevuela por la parte final de este complejo proceso de paz, vuelve a dirigirse a su parte más oscura y se condena a Otegi, Rafa Díez, Miren Zabaleta y al resto a penas durísimas. Es una sentencia injusta si la comparamos con las otras, pero especialmente torpe, inoportuna, una piedra gorda, muy gorda en el camino complejo y tortuoso hacia la paz.

Ahora se oirán las voces de los más recalcitrantes intentando desmontar todo lo construido, también los agoreros y aves de mal agüero apostarán por el final de esta mini primavera que hemos vivido y nos pronosticarán un duro otoño y peor invierno.

Por mi parte sigo pensando que la decisión tomada por la Izquierda Abertzale es definitiva y estratégica, por lo que esta sentencia aunque entorpecerá la marcha no la parará. He sido expulsado del PSOE por decir que Otegi trabajaba para llevar a Batasuna por la senda de la paz, esta sentencia me contradice, pero la realidad machaconamente no.

También creo que desde el PSOE, con la previsión de perder las próximas elecciones, se debería hacer ahora, precisamente ahora un ejercicio de sensatez, audacia y generosidad (tenemos poco que perder) con alguna decisión, especialmente en lo referente a los presos y más concretamente a los presos enfermos, para intentar paliar el efecto negativo de la misma. Después el PP dictará su propia sentencia política, espero y deseo que en ningún caso desde su mayoría absoluta.

El 16 de Septiembre del 2011 será recordado porque una sentencia injusta e inoportuna intentó entorpecer un proceso ilusionante hacia la paz, pero también y eso es lo fundamental, porque NO lo consiguió. La esperanza aún se mantiene viva y procuraremos, en la medida de nuestras posibilidades, seguir manteniéndola.

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