"De hermanos a simples vecinos. Los socialistas navarros consumaron su salida del Partido Socialista de Euskadi hace ahora treinta años"

BILBAO. Informe de Raquel Ugarriza en DEIA el 10 Junio 2012 Corría el verano de 1976, año de efervescencia política en el que todo parecía posible. Un joven Gabriel Urralburu participa en la escuela de verano del PSOE en nombre del Comité Socialista de Euzkadi. Militantes de los cuatro territorios integraban por aquel entonces la Federación Socialista Vasco-Navarra. El político navarro de apenas 26 años defiende un estatuto "aprobado por el pueblo vasco en un proceso constituyente" dentro de un Estado federal. "El Partido Socialista entiende que el ejercicio del derecho de autodeterminación por el pueblo de Euzkadi deberá ser garantizado por el Estatuto de Autonomía", sostiene. En marzo de 1977, constituido ya el PSE -donde seguía integrada la Agrupación Socialista de Navarra-, su secretario general, Txiki Benegas, proclama: "Navarra es tierra vasca". En junio de 1978, Urralburu, ya diputado tras las primeras elecciones legislativas de la transición, insiste: "Los socialistas (...) mantenemos ahora la participación de Navarra en las instituciones comunes con Araba, Gipuzkoa y Bizkaia". Ese mismo año el PSE tenía preparado un proyecto de estatuto de autonomía para los cuatro territorios. Pero en el mes de abril de 1981, Urralburu propone, sin negar aún la existencia del pueblo vasco y de Euskal Herria, la autonomía uniprovincial, desdiciéndose de toda la historia conjunta del partido, que se remonta a la República, y de lo manifestado anteriormente. Al año siguiente la Ley de Amejoramiento, pactada por toda la derecha navarra y el PSOE, salió adelante, sin haberse sometido a un refrendo popular. Poco antes de la aprobación en Cortes de la ley, hace esta semana treinta años, la Agrupación Socialista de Navarra se desgaja del PSE y se constituye en federación propia dentro del Partido Socialista. En solo cuatro años se había pasado de defender el derecho de autodeterminación en un estatuto de autonomía que amparara a los cuatro territorios, a proclamar la autonomía uniprovincial y olvidarse de la autodeterminación. ¿Qué ocurrió en aquellos pocos años? Las versiones son dispares. La creación del Estado de las Autonomías, competir en navarrismo contra un contrincante poderoso como Unión del Pueblo Navarro (UPN) o incluso las consecuencias del intento de golpe de estado de febrero de 1981 planean sobre esta historia. Entre el 5 y el 6 de junio de 1982 se celebraba en Iruñea el congreso constituyente del Partido Socialista de Navarra (PSN) y Urralburu se convirtió en su primer secretario general, entre llamamientos a la creación de un organismo intercomunitario, la Dieta o Consejo Vasco-Navarro, nunca materializado. adaptarse a las instituciones Txi-ki Benegas, por entonces, secretario general del PSE, acudió a aquel congreso de desvinculación orgánica definitiva "sin sentimiento de pérdida. Fue un congreso que se tomó con normalidad". Porque la decisión de desgajarse ya se había adoptado durante un proceso que, este sí, "creó tensiones". "Durante el congreso de constitución del PSE en 1977 defendimos un estatuto común pero manifestando que había que respetar en todo caso la voluntad del pueblo navarro o de sus representantes. A partir de aquí, la evolución va muy paralela a la evolución de las instituciones", relata el hoy diputado en el Congreso. "En el 78 se creó el Consejo General Vasco con la posibilidad de que entrara Navarra. Los de las tres provincias vascas dijimos que sí pero ellos dijeron que no, nosotros decidimos ir por la vía del Estatuto y ellos por la vía del Amejoramiento. Cuando el Amejoramiento estaba a punto de aprobarse en el Congreso la relación no se podía mantener porque Navarra tenía sus propias instituciones, su autonomía". Para Benegas la razón última radica en que "electoralmente había que ajustar el partido a las circunscripciones". Coincide en atribuir la división a razones meramente institucionales con Javier Monzón, quien presidió hace treinta años aquel congreso constituyente del PSN y que ahora participa activamente en el gobierno de coalición con UPN -en estos días en la cuerda floja- desde su cargo como director general de Políticas Sociales. Monzón asegura, treinta años después del congreso celebrado en el hotel Tres Reyes, que no vivió aquella experiencia como un giro ni cree que se perdiera nada por el camino. "Es cierto que el socialismo vasco y navarro fue uno durante la República pero en la dictadura hubo que salir fuera y se dio un vacío de contenido y funcionamiento". El partido en Navarra se reconstituye en mayo del 74. "Como todavía no se había constituido el Estado de las Autonomías, el partido tardó en ir cogiendo fuerza y se agrupó con la realidad que había, que era dentro de la Federación Socialista de Euskadi. Pero ya en ese momento tiene una personalidad propia". En la estela de la tesis de Benegas, justifica la decisión en que "se entendió que el partido debía adaptarse a la estructura institucional de España. Se había aprobado el Estado de las Autonomías. Navarra tenía su propia realidad institucional y se decidió que teníamos que adaptarnos a esa estructura y ser un partido propio integrado en el PSOE", resume Monzón. A su juicio, la vía autónoma del PSN ha resultado ser positiva tanto para unos como para otros. "Nos sentimos bien, nos sentimos cómodos en nuestro ámbito institucional. Nuestra relación con los compañeros de Euskadi se articula dentro de la estructura del PSOE y, desde luego, dentro de unas relaciones de buena vecindad como compañeros de una comunidad limítrofe y reconociendo que culturalmente tenemos elementos como el euskera que está en ambas comunidades". tras el 'tejerazo' Desde una óptica diametralmente opuesta, el escritor y editor de Txalaparta, el tafallés José Mari Esparza, lanza por tierra estas explicaciones y achaca directamente el cambio de opinión de los socialistas navarros al tejerazo de febrero de 1981. Solo unos años antes la ikurriña presidía las sedes socialistas en Nafarroa, y alcaldes y concejales del PSOE la colocaban en los ayuntamientos. En 1977, los diputados socialistas navarros Gabriel Urralburu y Julio García Pérez asistían a la constitución de la Asamblea de Parlamentarios Vascos en la Casa de Juntas de Gernika. Todos ellos entonaron el Gernikako Arbola. Para 1982 todo aquello parecía un sueño. La división en dos del PSE "fue una maniobra estatal de alto nivel para replantearse el mapa autonómico vasco", sostiene Esparza. "La prueba es el cambio brutal que tuvieron que hacer de un día para otro los líderes del socialismo navarro. Era un discurso completamente nuevo y, como no sabían a qué agarrarse, se basaron en una mentira monumental". La falsedad a la que alude Esparza es la tesis que adoptó entonces el socialismo navarro de que durante la República el PSOE estaba en contra de la integración de Nafarroa en el Estatuto Vasco, "un disparate como un castillo", sentencia. "Desde la República hasta el exilio, está claro que los dirigentes están dentro del Estatuto Vasco y participan en las estructuras del Gobierno vasco en el exilio". A su juicio, "la historia sería otra" de haber seguido unido el PSE. "En aquellos tiempos, la conciencia vasca de Álava no era ni por asomo superior a la que tenía Navarra durante el franquismo y la transición", recapitula Esparza. Por el contrario, treinta años más tarde, "la sociedad de la CAV se ha ido vasquizando, de la misma manera que los catalanes son más catalanes desde que tienen la autonomía". Al contrario que la sociedad navarra, que es cada vez menos socialista. En las elecciones del año pasado al Parlamento navarro, el PSN cosechó el peor resultado de su historia, con el 15,9% de votos: "Su alianza con UPN ya les está generando problemas y hay que recordarles que el mapa político de Navarra está cambiando a pasos agigantados". Para José Mari Esparza, no es casualidad que en los últimos tiempos los socialistas de las dos comunidades hayan optado por gobernar con la derecha. "Se trata de una situación colonial; derecha e izquierda aparecen como antagónicos en España y en Euskal Herria se unen para sujetar un territorio que saben que es hostil". "el error se está pagando" En el punto intermedio se sitúa José Luis Uriz, expulsado del PSN-PSOE y actual militante del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC), quien no vivió la separación pero compartió sus consecuencias. Militante del PSN desde 1989, exparlamentario y exconcejal, entiende aquella decisión como un hecho meramente "electoralista". "Desde el punto de vista táctico fue una decisión adecuada en el momento, pero estratégicamente, un error que se está pagando" por la progresiva pérdida de respaldo electoral del PSN. Con el "fervor del converso", los socialistas navarros "se pasaron a posiciones más propias de la derecha recalcitrante navarra" en cuestiones de identidad territorial, expone Uriz. "Eso originó que el sector vasquista quedara muy diluido. Así que, cuando EE se fusionó con el PSOE en 1993, los euskadikos no se nos sumaran en Navarra". "Por lo que yo viví en el PSN había un deseo de diferenciarse, de no dejarse influir. Hubo una posición de ruptura, de alejamiento profundo". Pero frente al monolitismo que quiere proyectar el PSN, Uriz percibe "un sector importante", el mismo que perdió el último congreso frente al vencedor, Roberto Jiménez, "que sería más proclive a una mayor coordinación con los socialistas vascos. Si no fuera por cuestiones electoralistas, creo que cada vez más el alma del PSN está en estrechar lazos con el PSE". Pese a esta declaración de intenciones, lo cierto es que el hipotético estrechamiento de relaciones entre Euskadi y Nafarroa no parece que vendrá por la vía del socialismo vasco y navarro. Al menos así lo cree Txiki Benegas, para quien la separación de los dos partidos "es irreversible. Nadie está planteando un cambio de situación", sostiene hoy.

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