¿Reformar la Constitución?




Egun on, buenos días, bon dia, menos frío y lluvioso. Celebración de una Constitución en baja forma, criticada y devaluada, aunque me reconozco defensor de la que ha sido nuestra más larga y mejor ley de leyes, no en vano sus artífices fundamentales fueron dos grandes hombres y mejores socialistas, de los que ya no hay ahora: Gregorio Peces Barba y Jordi Solé Tura, porque no debemos olvidar que gracias a la izquierda, en aquel momento fuerte y potente, salió así, incluso con temas tan atacados por la derecha como la Transitoria cuarta que permite la unión de Navarra y Euskadi. Estado aconfesional, derecho a la enseñanza, a la sanidad, al trabajo, respeto de las libertades marcan una Constitución modelo por la que hoy y a contracorriente como siempre, rompo una lanza en su defensa. Solo dos temas necesitan una adaptación a los nuevos tiempos: el cambio de república por monarquía y la búsqueda de soluciones nuevas para eliminar la tensión centro-periferia, especialmente con Euskadi y Catalunya. ¿Quizás explorar un instrumento muy válido como la EURO REGIÓN?

Porque lo que realmente ha sucedido es que sus sucesores, los sucesores de esos dos grandes hombres, han traicionado su espíritu, que la interpretación de lo escrito vulnera en numerosas ocasiones a lo que allí se reflejó en aquel momento brillante de nuestra historia y siempre esa interpretación se ha realizado hacia los terrenos de la derecha. Lo que ganamos desde la izquierda en los inicios de la transición, lo hemos perdido por el camino. Una izquierda que ha dejado de cumplir sus papel transformador de la sociedad tal y como se refleja en ese texto, para convertirse en mera interpretadora, en comparsa de la derecha, en mamporrera de los poderes fácticos. Esa es la clave hoy, que la izquierda necesaria, la izquierda ideológicamente potente, valiente, imaginativa, audaz, luchadora, iconoclasta, irreverente incluso, ahora ni esta ni lamentablemente se la espera.

 

Ahora se habla de reformar esa Constitución, a mí me recuerda un célebre chiste: “virgencita que me quede como estoy”. Desde la izquierda clásica en la que me encuentro, muy alejado de quienes de manera irresponsable y cobarde dirigen en mi partido, le temo mucho a una reforma que, esta vez sí, va a dirigir con mano de hierro una derecha que nos está pasando por encima como una apisonadora. Por eso albergo serias dudas de que eso sea conveniente para la defensa de las capas populares. Quizás antes de plantarlo debamos, fortalecernos, recuperar nuestras señas de identidad y sobre todo poner en los puestos de dirección, no a medradores, buscadores de un puesto de trabajo, o simplemente supuestamente delincuentes, o cómplices con su silencio de ellos (leer hoy en la prensa las “aventuras” de Manuel Bustos y los suyos me erizan la piel, especialmente ante el silencio del PSC y PSOE).

Bueno, así se inicia un largo puente en el que espero recuperar en parte la tranquilidad perdida, respirar aire fresco y prepararme para un largo y cruel invierno.

Ser felices estos días amigas y amigos y tener en cuenta que si me necesitáis solo tenéis que llamar.

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