El inicio de una nueva era
(Artículo publicado en el diario DEIA el 18 Enero 2013)
Se equivocaban quienes
interpretaban las profecías de los Mayas, el 21 de Diciembre no se acababa el
mundo por más que se nos acercara un asteroide a miles de kilómetros de la
tierra, lo que terminaba era un ciclo, una era, que cada cual ve de manera
diferente.
La crisis que nos
asola, que nos ocupa y preocupa ha reventado el mundo que conocíamos,
despertándonos de un largo sueño en el que el primer mundo disfrutaba de unas
prebendas que no se merecía a costa de esquilmar, de robar al resto de los
mundos. Mientras Europa y EE.UU. disfrutaban de una plácida existencia, más
allá de nuestras fronteras seguían muriéndose de hambre millones de personas,
la mayoría niños malviviendo, conviviendo con la miseria y las guerras. Desde
aquí mirábamos para otro lado y solo cuando las imágenes de los telediarios nos
mostraban esas terribles imágenes a las personas más conscientes, las más
solidarias se les revolvía el estómago de rabia e indignación.
Pero mira por donde esa
burbuja idílica explota en 2008 y nos muestra, ahora en vivo y en directo, que
el sueño europeo-americano ha llegado a su fin. En una operación maquiavélica y
perfecta quienes mandan ahora y han mandado siempre se aprovechan de esta
situación para dos fines: enriquecerse aún más a costa de este nuevo
sufrimiento de la humanidad y destrozar, desmantelar por completo un Estado del
Bienestar construido con un gran esfuerzo en largas décadas de nuestro reciente
historia. Una jugada maestra y magistral.
La izquierda tradicional
garante de esos derechos queda absolutamente noqueada, desaparecida, ni está ni
parece que se la espere, los sindicatos, los partidos que la representan
absolutamente entregados incapaces de reaccionar ante la mayor agresión sufrida
por las capas populares en décadas.
Mientras tanto los
partidos políticos se debaten incrédulos sobre el qué hacer observando
paralizados que sus niveles de credibilidad quedan bajo cero. Que el 95 % de la
población crea que tapan la corrupción en su interior cuando no la protegen
cuando la ciudadanía los considera su segundo problema, es para preocupar.
Probablemente es esta nueva época que entra o éstos son capaces de reciclarse,
de reinventarse o será la propia sociedad la que invente nuevas formas de
organización para defenderse de las agresiones que está sufriendo. A los
sindicatos les espera el mismo tránsito por el desierto.
Probablemente también
habrá que inventar nuevas formas de lucha a la vista de que las clásicas como
las manifestaciones, las huelgas sean éstas generales o no, hacen muy poca
mella en los poderosos, que por cierto son los mismos que antes, aunque quizás
algunos lugares hayan cambiado de ubicación. Aún no hemos entendido que países
como China o India que entes despreciábamos, ahora son los productores y
nosotros meros consumidores de esos productos, no solo textiles, sino incluso
de tecnología punta.
También en lo de más
cercano se inicia una nueva época. En Catalunya parece que convulsa, aunque ya
se sabe que luego las aguas vuelven a su cauce, en Euskadi más tranquila,
quizás porque Urkullu tiene mucho más de estadista sensato y responsable que un
aventurero Artúr Mas.
Además Euskadi en estos
años se ha preparado infinitamente mejor para una crisis de estas
características. La ruptura de la burbuja inmobiliaria apenas se ha notado y la
crisis industrial tampoco con un tejido perfectamente preparado, con unas
estructuras de I+D+I consolidadas y unas infraestructuras (excepto el AVE)
desarrolladas.
El único escoyo que aún
existía: la violencia de ETA, también ha sido perfectamente reconducido hacia
su práctica extinción. Solo falta rematar los últimos flecos después de que
Otegi y los suyos, con una inestimable ayuda externa que ni podemos ni debemos
olvidar, hayan ganado el pulso interno a los “ferreteros”.
Solo falta que el poder
de Madrid tenga la suficiente mano izquierda, la suficiente inteligencia para
darse cuenta de que esté es el momento de mover ficha en el tema de los presos.
No ya dándoles, como algunos torticeramente insinúan, un trato especial, sino
justo lo contrario: reconocerles el mismo trato que a quien ha matado a su
mujer o quien en uso de su cargo ha robado miles de euros. O sea cumpliendo
condena cerca de sus lugares de origen y accediendo a los beneficios
penitenciarios legalmente establecidos, tercer grado, o medidas especiales en
caso de enfermedades terminales.
Ese fue el grito de una
impresionante manifestación celebrada en Bilbao el pasado sábado, en la que por
cierto no se escuchó ningún grito, ningún eslogan en otro sentido, ni ningún
acto de violencia.
Una nueva era entra,
posiblemente será peor que la anterior en unas cuestiones y mejor en otras, lo
que parece indudable es que será también la de un impuso definitivo del poder
de la mujer. Hemos visto como empieza y veremos cómo se desarrolla desde el
compromiso y la resistencia.
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