Agur bipartidismo, adiós!
Artículo publicado en DEIA el 19 Junio 2013.
En las últimas semanas
las diferentes encuestas que han ido saliendo allí y aquí, indican que la época
del bipartidismo, PSOE-PP en el estado y UPN-PSN en Navarra, ha llegado a su
fin, ha terminado parece que definitivamente. Algunos, los menos, lo lamentarán,
en especial los aparatos de esos partidos que han vivido cómodamente a la
sombra de esa situación, aquellos que solo necesitaban ponerse de acuerdo con
uno para poner en marcha el rodillo que aplastaba la sana pluralidad política y
social.
Pero en cambio otros,
entre los que me encuentro, saludan alborozados esa posibilidad, conscientes de
que en la pluralidad está la riqueza y que si esta sociedad es así, rica en
matices, diferente en ideas, lo lógico es que tenga una traslación al ambiente
político, a la representación institucional.
La encuesta de El País
sobre intención de voto en las próximas elecciones europeas del próximo año
2014 es demoledora. La suma de los dos grandes partidos que se han repartido el
pastel duran las últimas décadas: PSOE y PP ha pasado de ser el 60,1 % en Julio
2012 y anteriormente el 73,3 % en las elecciones generales del mismo año, o el
83,3 % en las del 2008 a convertirse en el 46 %, primera vez en la historia que
baja del listón psicológico del 50 %. Nada menos que un 14 %, 26 %, o 37 % de
bajada en estos últimos años en los que la ciudadanía ha visto perpleja que los
gobiernos de ambos han sido incapaces de sacar a este país de la peor crisis de
su reciente historia, agravado este hecho por los numerosos casos de corrupción
y de corruptelas que les salpican.
Durante décadas la
implantación del bipartidismo ha tenido efectos muy perversos. Ayudados por una
ley electoral profundamente injusta donde el sistema de cálculo D’hont
beneficia claramente a PP y PSOE, les ha permitido campar a sus anchas sabiendo
que solo con ponerse acuerdo el uno con el otro era suficiente para sacar
adelante cualquier iniciativa. Esta situación pervierte al sistema dejando al
margen a otras opciones igual de legítimas, representantes del sentir de
sectores muy amplios de la sociedad, que se tienen que limitar exclusivamente a intentar influir,
casi siempre fracasando, en los acuerdos entre ambos.
Durante décadas esta
situación ha evitado, ha diluido la lógica y necesaria confrontación ideológica
derecha-izquierda, porque ambos se han tenido que limitar a buscar los puntos
de encuentro, los acuerdos, la mayoría parte de las veces impuestos y/o
condicionados por los poderes fácticos conservadores.
Según esa última
encuesta parece que esa negra época ha llegado a su fin. Todo parece indicar
que en las próximas elecciones para poder llegar a mayorías necesarias y
suficientes ya no solo va a ser suficiente el apoyo de PP y PSOE sino que otros
partidos emergentes como Izquierda Unida, UPyD más los nacionalistas CiU, ERC,
PNV, Bildu o Bloque Nacionalista Gallego tendrán algo que decir, porque sus
votos van a ser necesarios.
¿Qué efecto producirá
este vuelco en la praxis política? A pesar de las voces que siempre de manera
interesada, han defendido que para que un país funcione debe haber mayorías
parlamentarias fuertes, los nuevos tiempos parecen indicar que puede ser mucho
más positivo recuperar el viejo espíritu de la Transición de consensos y
acuerdos mucho más amplios.
Quizás en este terrible
momento que estamos viviendo fuera positivo volver a intentar experiencias como
los Pactos de la Moncloa de Octubre de 1977 donde se fue capaz de poner de
acuerdo a sectores tan diferentes y confrontados como AP (no firmó el acuerdo
político, pero si el económico) y PCE. Unos pactos en los que resultó
determinante la capacidad para asumir de forma pactada los esfuerzos de toda la
sociedad para hacer frente a una crisis angustiosa que ponía en peligro el
propio proceso democrático. Había que distribuir con equidad los sacrificios y
los esfuerzos y se hizo de manera consensuada. Fueron pactos que huyeron del
bipartidismo y buscaron el acuerdo entre todas las fuerzas políticas,
sindicales y económicas. Quizás los datos de esa encuesta indiquen que deberíamos
ir por ahí en el futuro próximo.
En Navarra la publicada
en Diario de Noticias de Navarra va en la misma dirección. En ella la suma de
UPN y PSN ha pasado del 60,2 % en las elecciones generales de 2011 y 65,5 % en
2007, al 43 % que les da el sondeo.
En este caso el dato
tiene una mayor relevancia, ya que según estos resultados el perverso efecto
que el histórico pacto UPN-PSN ha tenido sobre nuestra comunidad en los últimos
tiempos y que probablemente haya sido el causante de todos los males que nos
azotan, comenzando por la nefasta gestión habida en la Caja de Ahorros de
Navarra, se rompería en mil pedazos y la suma de ambos (por debajo del 50 %) no
sería suficiente para montar un nuevo gobierno.
Eso obligaría a intentar
establecer nuevas mayorías y posiblemente para que encima de la mesa estuviera
la posibilidad un pacto transversal entre las diferentes y plurales izquierdas
que existen aquí, desde el PSN a Bildu, pasando por Izquierda-Ezkerra y Geroa
Bai, que sumarían el 62,5 % de los votos o lo que es lo mismo 33 de 50
parlamentarios.
Para ello solo un
obstáculo debería eliminarse: la desgastada, desprestigiada y errónea cúpula
del PSN que durante los últimos años se ha empeñado en optar por apoyar y
mantener a una UPN caduca y en caída libre. Que en dicha encuesta el líder
menos valorado, con nada menos que un 2,62 % de valoración, sea su Secretario
General, Roberto Jiménez, indica que su electorado, su base social está
pidiendo a gritos un cambio radical en su política y en las personas que deben
dirigir ese nuevo rumbo.
La lógica social, que
no siempre coincide con la política, debiera llevar a Navarra a unas nuevas
elecciones forales. Es una pena que se haya desperdiciado la posibilidad de un
cambio a través de la reciente Moción de censura que se debatió en su
Parlamento, pero quizás ese hecho nos esté llevando hacia el escenario
electoral actual. El desgaste producido en el gobierno de una Yolanda Barcina a
punto de ser imputada por el caso de las dietas de la CAN, también en UPN y PSN
que lo han sustentado y apoyado, es tal que parecería lógico y honesto que esto
se produjera.
De ser así (en caso
contrario se debería esperar a las elecciones de 2015 para ello) el ilusionante
panorama abriría nuevas posibilidades. Hablar ya de Órgano común permanente de
colaboración institucional entre Euskadi y Navarra, de explorar iniciativas novedosas
como la Euro región Euskadi-Navarra-Aquitania, o de vínculos en temas
económicos y culturales ya no sería una utopía y un nuevo tiempo se abriría
ante nosotros.
Veremos que nos depara
el futuro, pero no obstante esas dos encuestas marcan una tendencia: el final
del bipartidismos en el estado y en Navarra y la obligación de practicar una
nueva manera de hacer política. Veremos….
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