Un día histórico en el camino hacia la paz



(En memoria de Enrique Curiel, quién más hizo para llegar al día de hoy)

Termina el día con la sensación de haber vivido un momento histórico, aunque ésta sea una frase que por manida haya perdido en parte su fuerza.

La expectación levantada desde hace una semana sobre el anuncio de que hoy habría un gesto por parte de ETA referido a su desarme, se ha visto ámpliamente compensado.  Habrá visiones interesadas de una y otra parte, pero los que conocemos algo éste complejo proceso de paz sabíamos que no iba a ser el desarme definitivo, aunque eso se esté dando por la vía de la práctica temporal; los zulos inutilizan con el tiempo lo que guardan, los explosivos tienen una vida limitada y toda banda terrorista que se precie necesita renovar constantemente su arsenal. Estaba pues meridánamente claro que iba a pasar lo que realmente ha pasado.

¿Es importante el paso dado por ETA hoy? Por supuesto que sí. ¿Es el paso definitivo? Aún no, pero acerca de manera decisiva el proceso a su final. Es un paso más, simbólico, insuficiente para algunos, pero importante, muy importante, vital. Es una nueva demostración de que la decisión de finalizar su vida activa está tomada sin posible vuelta atrás.



Eso lo sabemos quiénes llevamos 25 años en esto, pero también lo saben los aparatos del estado, las cúpulas de los partidos, en especial el PP y el PSOE, el gobierno, su presidente Mariano Rajoy y hasta la vecina de cuarto que no tiene ni idea de este tema.
ETA ha dejado de existir ya, quedan aún un par de actos de escenificación para que su desaparición, su rendición, sea lo menos traumática (para ellos) posible. Necesitan hacerlos y los demócratas debemos permitírselo, porque si deseamos que esta paz sea definitiva debe ser sin vencedores ni vencidos, al menos en lo sociológico. 

Lo militar no existe ya porque esa parte sí ha resultado vencida, incluso por sus propios militantes, por su propia base social. Por cierto ésa a quienes se lo hemos agradecido metiéndoles en la cárcel. Otegi, Miren Zabaleta, Rafa Díez Usabiaga y el resto de quienes diseñaron y pusieron en práctica la alternativa Bateragune, que fueron capaces de imponer lo político a lo militar se encuentran injustamente en prisión y quizás el primer gesto de un estado generoso fuera darles la libertad.



¿Qué hacer ahora? Antes de nada, especialmente los demócratas y más concretamente las gentes de izquierda, debemos reconocer que desde hace más de dos años los únicos que han dado pasos han sido ellos. Sin ninguna contrapartida como les hemos venido demandando hasta la saciedad. Pero ahora eso debe ser compensado con movimientos desde el estado: la libertad de los de Bateragune ya comentada, la desactivación de los macro procesos de Segi y Herriko Tabernas a través de la absolución de todos sus acusados (que no nos digan eso de la independencia de poderes porque todos sabemos que se puede hacer), eliminar la presión policial y judicial sobre una Izquierda Abertzale plenamente integrada en la vía pacífica, democrática y por supuesto la supresión de una situación carcelaria injusta, cruel como supone la dispersión. Acercando desde ya unos presos y presas que se han comprometido con la legalidad y que deben pasar el resto de sus condenas cercas de sus lugares de origen como el resto de reclusos de éste país.

Para ello es imprescindible comenzar desactivando la campaña que desde año se ha puesto en práctica contra el proceso de paz. Una campaña de largo alcance, de calado profundo,  promovida desde el gobierno del PP en especial desde el Ministro del Interior, desde algún colectivo ultra de las autodenominadas “víctimas”, desde los medios de comunicación de la misma ideología, que ha  intentado provocar una reacción en la Izquierda Abertzale y ETA que fulminara el mismo, que arrasara las esperanzas y el trabajo de tantos años, los puentes con tanto esfuerzo construidos. 

No podemos caer en la provocación, ni tampoco consentirlo sin más. Debemos luchar por evitarlo todos juntos, los de una orilla y los de la otra porque ahora nos une un propósito común: conseguir la paz definitiva. Después vendrá un trabajo igual o más difícil: la reconciliación.



También es el momento para que el PSOE se confronte con esa campaña, reaccionando de su pasividad actual y trabaje de nuevo, como en tiempos de Zapatero, para que el proceso de paz llegue a buen puerto.

Hoy es un día histórico, pero a partir de ahora nuestra responsabilidad como demócratas, como socialistas, como gentes de la izquierda es mayor, mucho mayor. Ya no vale con el silencio que se podía interpretar como cómplice, ahora es necesaria la acción, la presión todas y todos juntos sobre el PP para que rompa su peligroso, irresponsable y por momentos canallesco inmovilismo.

En eso hemos estado 25 años, en eso estamos y en eso estaremos, porque solo gana quien resiste.






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