Catalunya: La pregunta
Articulo publicado en PUBLICOSCOPIA el 30 Septiembre 2014
El lío en el que nos
metió el PP con su absurdo recurso al Tribunal Constitucional sobre un Estatut
de Catalunya aprobado por la inmensa mayoría del Parlament, posteriormente
en un referéndum que ahora casi nadie recuerda y refrendado por Congreso
y Senado, la inusitada sentencia de éste, más la ayuda de Artur Mas con su
delirante manera de tapar sus vergüenzas, las suyas y las de CiU con el
escándalo de la familia Pujol, va a resultar muy difícil de solucionar. Pase lo
que pase la sociedad catalana sufrirá, será la pagana de ambas derivas y
probablemente la española también.
Esa es la reflexión
política aunque hay elementos en este atolladero que resultan difíciles de
entender y mucho menos aún de compartir, circunstancias que muy poca gente
analiza más empeñados en esta especie de guerra de guerrillas en la que se ha
convertido el denominado “conflicto catalán”. Ni siquiera la izquierda, la de
allí y la de aquí, a la que cabría exigir una mayor capacidad de análisis en un
tema complejo como éste está a la altura de las circunstancias.
La de
aquí ni está ni se la espera, la de allí más en concreto la nacionalista,
incomprensiblemente ha aceptado una pregunta manipulada de manera intolerable. Quien
escribe estas líneas entre confuso e indignado debe reconocer previamente para
que nadie se confunda, porque en éste tema resulta demasiado fácil que te etiqueten, que estoy a favor del derecho a decidir, que
lo considero como militante de la izquierda tradicional un derecho inalienable,
innegociable de los pueblos. Pero a decidir de manera honesta, clara, conociendo
las consecuencias de la decisión después de hacer una labor didáctica a quienes lo van a
ejercer y con una pregunta final honrada y sin trampas.
En las circunstancias actuales más bien parece que el pueblo
catalán, de poder realizarse la consulta, está bastante poco informado de esas
consecuencias, al menos de las que pueden afectarles directamente como la
hipotética salida de la UE en caso de ganar el doble SÍ, o de cómo se harían
las cuentas con el estado del que se pretende escindir.
Pero interesa mucho más aún centrarse en la pregunta. ¿O se debe
decir las preguntas? ¿Una pregunta partida en dos resulta clarificadora? ¿La
mayoría de la ciudadanía catalana entiende el sentido de las mismas? El doble
NO ya sabemos a qué conduce, pero ¿se está explicando con claridad a dónde
lleva el doble SÍ? y sobre todo qué ocurre con quienes contestando No en la
primera parte, se desentienden de responder a la segunda confundidos con su
definición.
Más bien
parece una pregunta trampa hecha con la argucia del mejor Maquiavelo para intentar
ganar con una posición de ventaja y eso desde una posición de izquierdas
resulta absolutamente intolerable, éticamente reprobable.
Hacer una
pregunta en dos fases en las que la segunda invalida a los que responden NO en
la primera resulta deleznable. Un porcentaje elevadísimo de quienes respondan
de esta manera no contestarán a la segunda distorsionando de manera definitiva el
resultado final. Si la pregunta tal y como está diseñada trae como consecuencia
real que una mayoría de la ciudadanía catalana no estando a favor de un
"Estado independiente" el resultado final es el contrario, sería un referéndum
además de ilegal, ilegítimo, sucio y por lo tanto anulable sólo por esa
consideración. No entiendo cómo gentes de la izquierda como ERC, IC y CUP han
entrado en este acto absolutamente indigno.
Tampoco
se puede entender cómo los partidos contrarios a la consulta en lugar de
centrarse en ésta cuestión vital para desactivarla, se empeñan en mantener
posiciones contra la corriente incontenible de la sociedad catalana, que si
algo tiene claro es su deseo de ejercer su derecho a la libre decisión.
Aunque la
posición más lamentable es la del PP y su gobierno más interesado en azuzar
éste incendio, posiblemente como una manera de tapar su incapacidad para
resolver la grave crisis en la que estamos inmersos y al mismo tiempo sus numerosos
casos de corrupción, que en intentar apagarlo por un medio tan eficaz como
desactivar ésta pregunta trampa.
Claro que
para eso habría sido necesario abrir una vía de negociación en la línea de la
reciente experiencia entre el Reino Unido y Escocia, exigiendo un periodo
amplio para poder explicar y contrastar las consecuencias de la secesión y
desde luego pactando como allí una pregunta clara y concisa.
Por eso
ha ganado el NO, porque la ciudadanía escocesa sabía perfectamente las
consecuencias de su separación y respondía una pregunta perfectamente
clarificadora. La pregunta fue: “¿Debería Escocia ser un país independiente? Sí
o No”. Comparen ustedes con la de Catalunya y entenderán muchas claves.
Para
resumir mi posición, estoy a favor del derecho a decidir, siempre lo he estado,
pero a través de una consulta pactada, negociada, en la que la ciudadanía
responda a una pregunta clara y concisa sabiendo perfectamente lo que supone
cada respuesta.
Esa
pregunta no puede ni debe ser otra que: "Considera usted que Catalunya
debe ser un estado y además independiente?" Todo lo que no sea eso resulta
un engaño inadmisible y más en un tema de tanta importancia. Me parece
irresponsable la posición de ambas partes en conflicto. Del PP y CiU pero más
aún de las izquierdas, las de aquí ignorando derechos incontestables, haciendo
un seguidismo inaceptable del PP y las de allí colaborando en un gran engaño
dejando de lado la ética que debe impregnar cada decisión que tomen.
La clave
está en la pregunta, aunque visto lo visto lo probable sea que como dice el
dicho popular “entre todos la mataron y ella sólo se murió”. Pinta mal,
especialmente para la ciudadanía catalana, pero también para la del resto de un
estado en situación de desguace.
Los
trenes se dirigen a toda velocidad a su punto de choque dentro de exactamente
40 días y no parece que nada hoy pueda evitarlo. ¿Quizás la pregunta?
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