Catalunya Vs España: el PSOE es la clave



Artículo publicado en PUBLICOSCOPIA el 2 Septiembre 2014

Hace años charlaba con mi querido y respetado Enrique Curiel, sobre la necesidad de resolver uno de los problemas que dejó pendientes en nuestro país la Transición, quizás el último: las tensiones centro-periferia. Por entonces solo Euskadi avisaba de la posible fractura si no se hacía algo sólido, construir un país en el que todos nos sintiéramos cómodos. Se dejó pasar esa ocasión y las torpezas de algunos ante el frustrado y frustrante Estatut aprobado en Catalunya, volvió a “despertar a la bicha”. La impugnación torpe y temeraria del PP, la sentencia del TC y el posterior oportunismo insensato de Artur Más nos han conducido a una situación extremadamente difícil, peligrosa.

Mi estancia en Catalunya durante cuatro años me ha permitido observar la transformación que estos hechos han causado en capas importantes de su población, incluso en aquellos que han llegado de otros lugares como Andalucía o Extremadura y que sintieron las iniciativas del PP y la citada sentencia del TC como una agresión, una injerencia inadmisible. Era el principio del tsunami posterior que se expresó primero en la gran manifestación en su contra y posteriormente en las DIADAS de los dos últimos años.

Ver en ellas a gentes que conozco por su moderación política, portando banderas independentistas y argumentando a favor de ella, me indica que esos errores nos llevan a todos a una situación límite. Que esas gentes hayan olvidado la nefasta gestión de CiU, del gobierno inoperante e incompetente de Artur Más, de sus casos de corrupción (el últimos escándalo Pujol habría sido en otras circunstancias su sentencia de muerte política), sus recortes, agresiones seguidistas de las políticas austerididas del PP, especialmente en sanidad o enseñanza pública, centrándose solo en el deseo secesionista, indica que la mayoría de la ciudadanía catalana no se siente cómoda en este país en las circunstancias actuales.



Se ha hablado mucho de la necesidad de una segunda Transición, de la necesidad de explorar experiencias de acuerdo como las vividas entonces, donde gentes tan confrontadas como Carrillo y el PCE o Fraga y AP fueron capaces de dialogar y llegar a acuerdos de consenso. Segundas partes nunca fueron buenas pero la llamada de atención que viene de Catalunya y que en cualquier instante puede venir también de Euskadi, debe ser escuchada, reflexionada y tenida en cuenta por el estado, por el PP y el PSOE, por Rajoy y su gobierno. Haríamos mal en dar largas a un problema que cuanto más tiempo pasa sin resolver más se enquista. Como se dice coloquialmente necesitamos “agarrar el toro por los cuernos” ya y abrir de manera definitiva y urgente el debate de una reforma constitucional que nos lleve a un esta federal, plurinacional.

Siempre he defendido que el derecho a decidir es un derecho inalienable, que está en el acervo de la izquierda. Ahora es el momento de aceptarlo, de que esa izquierda cada vez más ausente despierte y lidere la solución para este problema, antes que la gigantesca ola que se está formando nos arrastre a todos. Creo en ese derecho y también en que se debe de ejercer con inteligencia, en el momento adecuado y especialmente después de un trabajo serio de consenso.  

La ciudadanía catalana debe saber, alguien debe explicárselo machaconamente como lo hacen otros, las consecuencias de su SÍ en un hipotético referéndum de secesión. Las consecuencias económicas, sociales, políticas en el seno de una UE que tiene las normas muy claras al respecto. La derecha catalana hábilmente, con la complicidad de una parte de la izquierda y la ausencia de otra, está utilizando este tema para cubrir, para tapar una política económica calcada a la de Rajoy y Merkel y esa izquierda ni está ni se la espera, entretenida en el dilema independentismo sí o no.



Ésa derecha catalana se comporta exactamente igual que la española. ¿Alguien puede ser tan ingenuo de pensar que la política económica de CiU cambiaría en una Catalunya independiente? El error para la izquierda es situar el debate en el tema nacional, cuando se debe expresar en términos de confrontación izquierda-derecha.

Por eso observar de cerca Euskadi y Catalunya da una cierta perspectiva comparativa. Resulta extraño que cuando todos pensaban que la crisis y el peligro de ruptura centro-periferia se diera en Euskadi ahora estemos dirimiéndola en Catalunya. Existen grandes diferencias políticas entre ambas nacionalidades, en Euskadi y Navarra hacienda pública propia, un inteligente desarrollo industrial que ha permitido la mitad de tasa de paro, menos deuda pública, el doble de crecimiento y especialmente una generación de políticos de mucha, muchísima altura. Urkullu es mucho más sensato y maduro ideológica y políticamente que un Mas a la deriva y Otegi le saca muchos cuerpos políticos a Junquera.

¿Qué hacer? Se preguntaba Lenin. Difícil respuesta, para empezar las izquierdas deben ponerse de acuerdo. Resulta impensable, utópico que ERC, PSC, CUP e IC lo hagan en las circunstancias actuales, pero deben  intentarlo. Ponerse de acuerdo en liderar desde la izquierda una salida razonable a esta crisis, liderarlo allí en Catalunya y en el Estado. Dejarse de una vez de debatir si son galos o podencos los que nos vienen encima. Son perros agresivos que si no reaccionamos nos comerán, a nosotros y a la ciudadanía que debemos representar defendiendo sus intereses, esa ciudadanía que sufre las agresiones del PP y de CiU, que lo sufre en España y también en Catalunya.



El discurso federalista del PSC  quizás haya llegado muy tarde, además resulta lastrado, erosionado por la ambigüedad del PSOE. Eso más su indefinición sobre un tema que a los ciudadanos preocupa como es el derecho a decidir, a la libre autodeterminación, un derecho por cierto que siempre ha figurado en los cimientos ideológicos de la izquierda y que jamás debimos abandonar.

¿Por qué no una propuesta audaz, imaginativa, generosa desde el nuevo PSC, desde el nuevo PSOE? Una propuesta primero dirigida al resto de las izquierdas transversales y por supuesto a ambos gobiernos, catalán y español. El socialismo es el puente necesario, imprescindible, pero sólo lo será si tiene vocación y valentía para serlo. El PSOE puede y debe ser la clave para resolver éste entuerto.
Ahora vienen dos citas cruciales, la Diada del próximo 11 de Septiembre que todo predice será nuevamente multitudinaria, un nuevo clamor ciudadano y el 9 de Noviembre fecha prevista hasta hoy para el referéndum. Queda muy poco tiempo, demasiado poco, pero quizás esa premura exija a ambas partes “mover ficha”, acercar posiciones, buscar puntos de encuentro.

Catalunya se encuentra en su encrucijada de cuatro caminos. Al sur seguir como está, enfrente, al norte, el vértigo de la independencia unilateral, en el oeste pactar con el estado una fórmula federal incluyendo a Euskadi y al este un pacto generoso sobre fiscalidad. Ojalá acierten en el elegido, ojalá acertemos todos.


Veremos qué pasa en los próximos meses aunque en estos instantes impera el pesimismo.

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