Corrupción, política, corrupción ética


Existe una corrupción política y otra ética, una corrupción económica, financiera y otra de principios, de modos y maneras. En mi opinión la segunda es más deleznable que la primera siendo las dos condenables.

Me indigna la política, la económica pero mucho más si cabe la ética, la de los principios, esa gente, que incluso que se define de izquierdas, para la que todo vale, la insidia, la filtración, la injuria, la mentira camuflada. Porque no hay peor mentira que una verdad a medias, la que está distorsionada para engañar, o aquella que se repite mil veces con la intención de que parezca verdad. Esa gente que se dedica a subvertir los valores, a ensuciar con la táctica del calamar intentando utilizar las organizaciones en su propio beneficio.

Me indigna el proceso de lapidación de compañeras y compañeros honestos que hicieron lo que cualquiera de nosotros hemos hecho en alguna ocasión, apoyar a un compañero machacado por el PP.

Visto desde ahora resulta muy fácil ver que se equivocaron, pero fue entonces cuando lo hicieron, con unas circunstancias muy diferentes. Recuerdo que en 1991 apoyé públicamente a Gabriel Urralburu, SG del PSN ante las amenazas de ETA, eso significó que ese apoyo llegó hasta su caso de corrupción dos años más tarde? ¿Fuí cómplice por tanto de esa corrupción? No, indudablemente no.

Acusar a compañeras y compañeros de complicidad con los corruptos intentando manipular el motivo de ése apoyo es un acto deleznable, vomitivo, impropio de la ética de la izquierda, o al menos de la ética que defiendo y he defendido siempre. Intentar extenderlo de manera sibilina, torticera al resto de una organización llena de gentes honestas es mucho más que grave, es injurioso, condenable.

Me indigno sí, con la corrupción económica y política, me indigno más con la corrupción ética con quienes la practican y con quienes les jalean cual secta sin criterio y lo que es peor en algún caso sin escrúpulos.

Pero después de la tormenta llega la calma, los corruptos políticos, económicos van cayendo, pero los y las corruptos morales, éticos, de principios siguen ahí intentando destruir proyectos, impunes, inmunes. La lucha contra la corrupción pues tiene dos escenarios y el más peligroso, el que resulta más difícil de combatir es el segundo. La política es un reflejo de la sociedad, de sus enfermedades, de sus contradicciones, de sus modos y maneras, de sus maledicencias.

Esa forma de corrupción existe en el amor, en la amistad, en las familias, negocios, en los centros de enseñanza y lógicamente llegan hasta la praxis política. ¿Cómo combatirla? Sólo es posible de una manera, de frente, con valentía, con la verdad, con el ejemplo, la coherencia, el trabajo y las ideas, las buenas ideas. Será difícil derrotarlos y derrotarlas, sus reglas de juego son diferentes a las de la buena gente, su maldad es más poderosa que la bondad, pero con perseverancia, si no nos rendimos seremos capaces de conseguirlo.
He luchado, lucho y lucharé contra esa lacra, incansable, ligero de equipaje que es lo que más temen, de frente con nombre y apellido, dando la cara, estaré ahí frente a ellos y ellas aunque sea en minoría e incluso en soledad sin dar un paso atrás.

Quiero desde aquí mostrar esa indignación y denunciar a quienes desde la corrupción de los principios, de las mínimas prácticas de convivencia se dedican a ziriquear, a insultar, injuriar, calumniar cada vez que abren una boca incapaces de hacerlo para aportar ideas, propuestas, inciativas, a poner palos en nuestras ruedas.
Yo al menos no lo voy a consentir con mi silencio. ¡No en mi nombre!


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