Quo vadis izquierda?


Artículo publicado en Publicoscopia el 24 Febrero 2014

A medida que continuamos en la espiral de la crisis financiera y económica iniciada hace más de siete años, se multiplican las preguntas y las dudas sobre su naturaleza, la salida de la misma y el papel que está jugando la izquierda europea. ¿Estamos asistiendo solo a las consecuencias de una recesión convencional y cíclica o nos encontramos ante una crisis sistémica que afecta al modelo de globalización liberal? ¿Podemos salir de la crisis desarrollando exclusivamente ciertas políticas clásicas o se trata de reformar el capitalismo? ¿Qué le ocurre a la socialdemocracia Europa? ¿Por qué tantas derrotas políticas y cuando vence inmediatamente se transforma y pragmatiza como el caso francés o italiano? ¿Qué programa y qué propuestas defiende en el ámbito de la Unión Europea? ¿Ha llegado el momento de reflexionar sobre el futuro y promover una refundación de esa izquierda revisando su acomodación a las tesis neoliberales? ¿Disponemos de instrumentos políticos (partidos y sindicatos) para impulsar reformas profundas y generar amplias mayorías sociales en torno a nuevos objetivos sociales? ¿Quién está pagando el coste de la crisis? ¿La solución viene de experiencias como Syriza o Podemos?

Si las preguntas resultan sencillas y lógicas, las respuestas son más complejas. Una cosa es evidente, se abre camino lentamente un cierto consenso entre sectores de la izquierda europea acerca de varias cuestiones del máximo interés: es urgente avanzar en el debate sobre la propia naturaleza de la crisis ahora que parece ir remitiendo, analizar su impacto en el diseño del capitalismo del futuro, proponer reformas progresistas ante el agotamiento evidente de un ciclo fulgurante de la globalización, impulsar reformas estratégicas que una izquierda inteligente y lúcida pueda defender para evitar situaciones como la actual y el desmantelamiento del Estado de Bienestar que tanto nos ha costado construir. Ante la impotencia de la socialdemocracia, pensar en una nueva formación política reformista, de izquierda, coordinada en el ámbito europeo para impulsar las citadas reformas.
 
De ahí esas nuevas experiencias parciales, incompletas como Syriza en Grecia y Podemos en nuestro país, mucho más centrada en ésta propuesta la primera que durante su andadura ha ido consolidando un discurso y unos planteamientos nítidamente de izquierdas a diferencia de la indefinición calculado de la segunda.
Urge reaccionar porque como ya anunciaba hace cuatro años el economista griego Costas Lapavitsas las consecuencias de las simples políticas de austeridad que se han aplicado comienzan a acabar con la recesión pero ha abierto años de estancamiento. La llamada “receta de Berlín” (austeridad, mayor liberalización, menor protección al empleo, sindicatos más débiles, desmantelamiento de los convenios colectivos, 

persistencia de la desregulación financiera) ha sido como vaticinaba la peor opción. Se va logrando la estabilización mediante la recesión con un enorme coste para la gente trabajadora, y la productividad no ha crecido de manera espontánea después de la flexibilización. Las reformas del sistema financiero mundial, las interrogantes sobre el futuro energético, la crisis fiscal, los desequilibrios en el comercio global, el desigual desarrollo de las economías, constituyen problemas globales que demandan soluciones globales con la presencia de una potente izquierda política y social igualmente global. 

En tal situación comienzan a abrirse interrogantes para esa hipotética izquierda ¿quién está en condiciones de inventar el futuro? ¿Qué instituciones globales pueden pensar en los mismos términos para buscar, consensuar y aplicar soluciones globales aceptables?

Nadie responde a estas preguntas. Desde luego, la socialdemocracia, no. porque posiblemente la actual socialdemocracia europea esté ante un fin de ciclo. ¿Por qué la socialdemocracia se muere cuando el ultra liberalismo se halla en plena crisis? Quizás porque frente a tantas urgencias y demandas sociales, no ha sabido generar entusiasmo popular. Navega a tientas, sin brújula y sin teoría; da la impresión de estar averiada, con un aparato dirigente enclenque, burocratizado, alejado de sus bases sociales, sin organización ni ideario, sin doctrina ni orientación…Y sobre todo sin identidad. Hace tiempo que la socialdemocracia europea decidió alentar y apoyar las privatizaciones, estimular la reducción de los presupuestos del Estado a costa de los ciudadanos, tolerar las desigualdades, prolongación de la edad de jubilación, practicar el desmantelamiento del sector público a la vez que espoleaba las concentraciones y las fusiones de mega-empresas mimando a los bancos. La socialdemocracia carece de una nueva utopía social y su imaginación parece hoy agotada. Los partidos socialistas no han sabido  convencer de su capacidad para responder a los desafíos económicos y sociales planteados por el desastre del capitalismo financiero, porque estaban abducidos por éste.

Es preciso por tanto reaccionar ya. Entre la impotencia de la socialdemocracia y el desastre político acumulado por los residuos de los viejos partidos comunistas europeos, se vistan como se vistan, la izquierda se encuentra bloqueada y amputada. Quizá es la hora de realizar una apuesta nueva, intensamente reformista, unitaria y coordinada globalmente. Las dificultades han convertido a los partidos socialistas en organismos que se baten a la defensiva y en decadencia, en el caso español, fuertemente jerarquizado en torno del líder para no perder el poder. Se asumen reivindicaciones del adversario y se prescinde de ideas nuevas y atractivas para tantos ciudadanos que carecen de puntos de referencia. Quizá es el momento de pensar en una izquierda nueva para hacer frente a una crisis larga y vieja.

Una izquierda plural y transversal con nuevos parámetros de comportamiento que no sea una simple sopa de siglas sino algo más profundo. No vale ya con que IU, Podemos, PSOE, ERC o Bildu se pongan de acuerdo, porque el impulso para la construcción de esa nueva izquierda tiene que venir desde la propia base social que los sustenta.

Construir algo duradero, sólido con proyección no puramente táctica exclusivamente para la obtención del poder, sino con profundos planteamientos estratégicos.
Después del tsunami de la crisis actual los sentimientos de izquierda se han convertido en mayoritarios, al contrario que en las épocas de bonanza que vuelven a las gentes conservadoras. La otrora poderosa clase media se ha proletarizado y los parámetros que miden la ideología de la sociedad actual han virado bruscamente hacia esa izquierda. ¿Por qué entonces derivado de ese hecho en las próximas elecciones los gobiernos resultantes no deben pertenecer a ella? ¿Cómo explicarán los partidos que se identifican de izquierdas que puede ocurrir que siendo mayoría y por discrepancias partidistas pueda seguir gobernando la derecha que nos ha destrozado, incluso con pactos anti natura, con traiciones históricas?

Una nueva izquierda unitaria con vocación global debe emerger pero para que sea eficaz hay que poner en juego mucha imaginación, dosis enormes de audacia y especialmente generosidad. Profundizando en lo mucho que une y aparcando lo poco que separa, que casi siempre tiene que ver con personalismos rancios, partidismos insensatos, e intereses espurios.

Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Ex parlamentario y concejal del PSN-PSOE, miembro de Izquierda Socialista.


Villava-Atarrabia 24 Febrero 2015



Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Comunicado de apoyo a Odón Elorza

Mensaje de mi madre de 95 años a los progresistas que dudan si votar o no