Susana Díaz frente a su laberinto andaluz


Artículo publicado en DEIA el 20 Mayo 2015.

Cuando Susana Díaz rompió su pacto con IU en Andalucía después de que esta le hubiera aprobado los presupuestos, aludió a que lo hacía ante la ingobernabilidad que se estaba produciendo. No se entendió muy bien en ese momento dicho argumento ya que el acto de apoyo máximo que se da cada año es precisamente ese, el de la aprobación de unas cuentas que permiten desarrollar la labor de gobierno con normalidad.

Quizás después de esa arriesgada maniobra se escondía una doble operación, calculada de manera maquiavélica, por un lado intentar obtener en esa nueva cita electoral la mayoría absoluta tan ansiado por este ambicioso personaje y al mismo tiempo fortalecer aún más su posición en el seno del PSOE, que le permitiera alzarse con el poder en unas próximas primarias a disputar con su actual secretario general, Pedro Sánchez.

A la vista del resultado que se dio en las citadas elecciones anticipadas, no parece que ambas metas estén en este instante al alcance de la actual Presidenta en funciones de Andalucía, más bien todo lo contrario, con el agravante de que ahora la sensación de inestabilidad e ingobernabilidad es infinitamente mayor.

El pasado jueves de nuevo y por tercera ocasión la cámara andaluza ha vuelto a rechazar su investidura con un 47-62 que amenaza en convertirse en crónico.

Su cálculo no sólo ha tenido esa consecuencia negativa para ella, sus expectativas y también para Andalucía que observa entre perpleja y sorprendida este sainete, sino que está deteriorando gravemente su imagen allí, en el resto del estado e incluso en el interior del PSOE. Pierde el socialismo y pierden los andaluces, mal invento Susana.

Desde el propio socialismo andaluz se oyen voces muy críticas con su gestión en esta crisis, especialmente desde uno de los candidatos a las primarias socialistas, el Decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Granada, José Antonio Pérez Tapias, que en un reciente artículo criticaba sin citarla la falta de cintura que estaba teniendo, especialmente en su comunicación con el resto de fuerza de la izquierda, Podemos e IU.

Aludir ahora, mirando desafortunadamente hacia las bancadas del PP, que se debe permitir el gobierno de la lista más votada es echar piedras contra su propio tejado, e incluso deja entrever que se piensa que la ciudanía no se entera, ya que ella ha sido Presidenta porque tuvo la capacidad de pactar con IU precisamente para desbancar a esa lista más votada en las anteriores elecciones, el PP.

Quizás esas afirmaciones tengan que ver con la idea que tienen algunos políticos de que la sociedad no posee la madurez democrática que se le atribuye y los partidos no han alcanzado, en general, esa cota de calidad democrática que implica el considerar valiosa la pluralidad.

También probablemente porque Susana Díaz sigue deshojando la margarita de hacia dónde debe mirar a la hora de conformar una mayoría estable, si hacia la derecha de PP (una posibilidad más lejana), o la más próxima que le supone Ciudadanos, o bien hacia su izquierda encontrándose con Podemos e IU. Ambas posibilidades le garantizan la mayoría absoluta y aunque más bien parece que el cuerpo le pide poner en práctica la primera, la fuerza de los acontecimientos le puede llevar a regañadientes a la segunda.

Detrás de todo este embrollo está que los partidos políticos en el tiempo actual están imbuidos de tacticismo olvidando, especialmente los de la izquierda, que también la estrategia existe, que no solo se puede funcionar mirando las encuestas, las elecciones, que por cierto este año se suceden una tras otra, sino que cabe exigirles ir más allá de lo inmediato para trazar planes de largo alcance.

¿Debe la izquierda entenderse exclusivamente con la izquierda? A la vista de la lamentable situación que está atravesando su base social, destrozada en estos largos 8 años de crisis y del desmantelamiento del su edificio más emblemático; el Estado de Bienestar, resulta evidente que debía ser lo prioritario, pero es precisamente ese tacticismo suicida el que a menudo impide la comunicación y el acuerdo entre ellas, entre las izquierdas transversales, las antiguas y las novedosas.

Esa nueva izquierda que emerge de la crisis, la recién nacida y la vieja que intenta regenerarse, reconvertirse, aún no acaban de entender la diferencia entre la pluralidad que existe en su seno y el pluralismo como valor reconocido en la propia Constitución junto a la libertad, igualdad y la justicia, sin el cual no hay democracia efectiva. Podríamos decir que la pluralidad es la táctica y el pluralismo la estrategia.

Ser capaces de abrir este debate y darse cuenta que el reconocimiento del pluralismo en la izquierda exige mirar al “otro” tratando respetuosamente su diferencia, es misión obligada entre las izquierdas, también entre el PSOE y Podemos. También darse cuenta que después de las confrontaciones electorales en las que nos peleamos por un puñado de votos, es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.

Para eso resulta imprescindible que Susana Díaz, además de una lección teórica sobre pluralismo, sea capaz de quitarse la chaqueta demasiado tiempo puesta en el PSOE, más aún en Andalucía, de ser el monopolio de la izquierda con nostalgia de esas mayorías absolutas, que de momento y parece que va para largo, ni existen ni existirán en mucho tiempo.

Se da un elemento positivo en este proceso, la cura de humildad que la Presidenta está sufriendo durante estos largos casi dos meses. Bajarse del pedestal y situarse en la realidad que le exige acuerdos de igual a igual, puede ser muy beneficioso para su futuro, incluso si es hábil para su salvación como figura política emergente.

Eso y que bombas que le van estallando a su paso como los casos Chaves-Griñan, resuelto con más pena que gloria y la reciente de las minas de Aznalcollar, le obligan a enfrentarse a este nuevo mandato procurando que el lavado sea profundo, no sólo de cara, que las reformas estructurales en el seno de su partido y de su Gobierno deben ser de calado, creando cortafuegos eficaces contra la corrupción dada estos últimos años.

La sociedad andaluza, especialmente una parte importante de la que apoya al socialismo, ha mirado para otro lado esta vez, pero quizás sea la última que lo hace y para evitar que siga la sangría, el PSOE andaluz debe ser absolutamente radical ante el menor atisbo de corrupción, o corruptela.

Parece evidente que la situación actual de Andalucía se repita en la mayoría de las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos después de las próximas elecciones, e incluso posteriormente en las generales. Cabe por tanto exigir, al menos a la izquierda, trabajar con elementos estratégicos, a largo plazo. Reconocer el pluralismo más allá de la pluralidad, entenderlo y aceptarlo, al igual que escuchar que nuestra base social nos está exigiendo diálogo, acuerdos desde la riqueza que nos aporta ese valor, al que debemos darle la categoría máxima.

Esa ciudadanía que ahora está expectante ante las posibilidades de cambio después de haberlo pasado muy mal especialmente estos últimos cuatro años, no nos perdonaría que habiendo mayorías progresistas o bien permitiéramos gobernar a la derecha, o hacerlo con su apoyo.

Este nuevo tiempo va a exigir en esa izquierda y en especial al PSOE como fuerza mayoritaria, grandes dosis de audacia, imaginación y mucha generosidad, por eso es tan importante que el experimento de la Andalucía actual salga bien. Que Susana Díaz después de esta cura de humildad se siente con Podemos, reconstruya de nuevo el entendimiento con IU y sea capaz de alcanzar acuerdos para construir una nuevo gobierno que respete su pluralidad enriquecedora.

Ahora es su momento para pasar a la historia, no como creía ella sino quizás por algo más importante: abrir un camino de unidad de la izquierda por el que luego transiten los demás.

Ojalá tenga la suficiente altura de miras para hacerlo…

Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Ex parlamentario y concejal de PSN, actual militante de PSC e Izquierda Socialista)

Villava-Atarrabia 20 Mayo 2015




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