Quo vadis afiliación del PSOE?

Artículo publicado en Publicoscopia el 25 Agosto 2015 y DEIA el 4 Septiempbre

Os voy a decir con la sinceridad que me caracteriza, porque siempre voy ligero de equipaje y no temo las consecuencias de ejercer mi libertad de expresión en un partido que debiera permitirla y favorecerla, cómo veo en los últimos tiempos a mis compañeros y compañeras de afiliación en el PSOE.

La proximidad de las elecciones, el haber podido alcanzar cuotas de poder municipal y autonómico hace unos meses impensables, ha traído el perverso efecto, habitual en unos partidos actuales absolutamente desideologizados, de por un lado una gran cantidad de gentes que se han colocado y por tanto se han plegado y otros que ya piensan en colocarse al olfatear la posibilidad de hacerlo si alcanzamos también el gobierno de la Nación.

Así a los ya habituales entregados de diverso pelaje, a la mediocridad que pulula alrededor de los que mandan en busca de algún puesto, se van sumando quienes adoptando antes posturas críticas ahora se rinden al poder establecido porque llega la época de reparto. Eso sumado a los y las arribistas que se transforman en grandes socialistas de la noche a la mañana, lo mismo que podían ponerse el traje de Podemos o de IU si intuyeran la posibilidad de que llegaran al poder.

Luego queda un sector de gentes honestas, que despectivamente llaman "de base" que están ahí vaya donde vaya, gentes bienintencionadas que militan dándolo todo, poniendo su esfuerzo en cada campaña, en cada pueblo o barrio sin cuestionarse nada.
Por último queda un pequeño grupo de irreductibles que aún creen que la ideología es fundamental, que el PSOE debe mirar sus raíces de izquierdas, republicanas, federalistas, un grupo cada vez menor ya que había sido menguado con la huida de quienes querían medrar en la época de vacas flacas y pasaron a engrosar las filas de los partidos que parecían emergentes y quizás se hayan quedado en simples hipótesis.

Un panorama desolador en un partido que se prepara para ganar las elecciones, o al menos para gobernar con el apoyo de otros y que por lo tanto engrasa su maquinaria adaptando su ideología, sus raíces, a ese fin. Ya no imperan los ideólogos coherentes, honestos, con principios, ahora mandan los expertos en marketing electoral y los analistas de encuestas. ¿Qué se le da al pueblo? Lo que pide el pueblo. Qué lejos queda ahora nuestros orígenes de partido de izquierdas que pretende transformar la sociedad y no solo interpretarla.

Malos tiempos para la lírica, malos tiempos para ese grupo de valientes que a contra corriente siguen enarbolando la bandera del PSOE original y originario, que mantienen su posición crítica desde la lealtad a las ideas del socialismo clásico que lo es también moderno.

Toca resistir, porque solo vence quien resiste. Transformarnos en junco que aguante el huracán de dejación ideológica, de insensatos que solo desean el poder a cualquier precio, de ambiciosa mediocridad en un mundo gris.

Toca resistir, aguantar y seguir luchando por transformar este partido para convertirlo en un instrumento para transformar la sociedad.

La utopía, ya lo decía Galeano, consiste en verla en el horizonte, ir hacia ella sabiendo que no la alcanzaremos porque si caminamos diez pasos ella se aleja otros diez, pero al menos eso sirve para caminar, para avanzar.


No nos debemos rendir grupo de troyanos idealistas socialistas, quijotes del nuevo tiempo, no podemos, no lo vamos a hacer, aunque perezcamos (políticamente hablando) en el intento. Somos molestos pero necesarios aunque los necios nos vean como enemigos a liquidar. Necesarios para dar un halo de aliento a un partido de izquierda real como el PSOE. Seguimos y seguiremos.

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