Paz: reivindicando el papel de Enrique Curiel


Publicado en Diario de Noticias de Navarra el 23 Octubre 2015

Leo con sorpresa e indignación la injusta dedicatoria a Txiki Benegas que dedica Alfredo Pérez Rubalcaba, en su artículo sobre al final de la violencia de ETA en El País.

Independientemente de mis discrepancias con el fondo del artículo, quiero desde estas líneas reivindicar la figura de quien durante 26 años (algunos más desde el PCE) más trabajó por la paz en las filas socialistas: Enrique Curiel.

Lo hizo bajo mandato y conocimiento de Alfredo Pérez Rubalcaba, por eso ahora duele ese olvido, cuando él sabe perfectamente que el papel de Txiki Benegas fue testimonial y por cierto desde la petición de ayuda ante ciertas amenazas al propio Curiel.

Fue Enrique Curiel quien mantuvo desde aquel lejano 1989, los contactos con Herri Batasuna a través de las comidas con Patxi Zabaleta en el pueblo soriano de Almazán. En el restaurante casa Antonio, doy fe de ello. Continuó durante años de trabajo intenso desde la discreción. Incluyendo el diseño y preparación (en la realización con mi colaboración) de la histórica comida de Leitza.

Enrique Curiel fue cimentando sólidos puentes con lo que nuestros dirigentes denominaban “mundo de ETA” cuando sería más correcto decir de la Izquierda Abertzale. Gracias a esos continuos y discretos contactos algunas cuestiones, que quedan para el libro que prometió escribir pero que alguien culminará recogiendo la ingente documentación que me consta dejó, fueron posibles.

Testigo de ello son quienes desde la otra orilla le conocieron, le respetaron y le apreciaron. Así en su muerte un artículo de reconocimiento (el que no le da quien más debiera hacerlo) fue firmado por el propio Patxi Zabaleta y Pernando Barrena. “Enrique Curiel un hombre de paz”.
No fue el único, otro reunió también a gentes tan diversas como Odón Elorza, Santiago Carrillo, Txiki Benegas, Xosé Manuel Beiras, José María Mohedano, José Luis Buhigas, Fernando López Agudín, Nicolás Sartorius, o Daniel Arranz. Ahí también se le reconocía su labor por la paz.

Desde estas líneas ante este injusto olvido de quien más tenía que agradecerle, reivindico su memoria, el inmenso trabajo que hizo a favor del entendimiento entre muy diferentes, en la construcción de puentes (término que utilizamos allí por 1992 y que ahora todo el mundo copia) por la reconciliación, para la paz. Esa que no pudo ver pero que le debe mucho a su visión intelectual, a su esfuerzo, muchas veces con incomprensiones e injustos comportamientos como el comentado.

Si alguna vez es posible solicitar el Premio Nóbel de la paz en este conflicto, es indudable que será colectivo y que probablemente tenga  nombres en ambas orillas, o quizás en el puente que las une: Arnaldo Otegi, Paul Ríos, pero también el de Enrique Curiel.

Enrique Curiel la paz lleva en algún rincón tu nombre.

Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Afiliado al PSC viviendo en Navarra)


Villava-Atarrabia 21 Octubre 2015

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