El momento de los estadistas
Publicado en Publicoscopia y Navarra Información el 29 Diciembre 2015
Vivir el final del franquismo y la apasionante Transición da para mucho. Entre otras cosas para haber conocido una etapa de nuestra historia en la que se puso muchas dosis de imaginación, audacia y generosidad. Parecía impensable pero el tránsito desde el franquismo se hizo de manera ejemplar, a pesar de las críticas de unas nuevas generaciones ignorantes de lo que allí pasó. A veces esa ignorancia se convierte en irresponsabilidad y en estupidez.
Vivir el final del franquismo y la apasionante Transición da para mucho. Entre otras cosas para haber conocido una etapa de nuestra historia en la que se puso muchas dosis de imaginación, audacia y generosidad. Parecía impensable pero el tránsito desde el franquismo se hizo de manera ejemplar, a pesar de las críticas de unas nuevas generaciones ignorantes de lo que allí pasó. A veces esa ignorancia se convierte en irresponsabilidad y en estupidez.
Una de las características
de aquel momento fue el talante de una clase política repleta de estadistas,
que supo llevar a nuestro país de una dictadura cruel a una plena democracia
sin apenas heridas. Cierto es que hubo errores y desaciertos, quizás el más
importante una Ley de Amnistía que incluyó a unos cuerpos represivos que se
fueron gracias a ella de rositas de aquella oscura época.
Volver la vista atrás y
contemplar coincidiendo en el tiempo a gentes de la talla de Adolfo Suarez,
Felipe González, Santiago Carrillo, “Pasionaria”, Tierno Galván, Solé Tura,
Enrique Curiel, Marcelino Camacho, Herrero de Miñon, Pasqual Maragall,
Arzallus, e incluso a su manera Manuel Fraga, indica que gracias a esa
conjunción estelar anduvimos aquel complicado camino.
Ahora algunos niñatos
que se piensan llegan ya sabidos a la arena política plantean que debemos abrir
una II Transición siendo ellos los protagonistas. Efectivamente es así pero da
la sensación que su talla no llega ni de lejos a la de los personajes de la
primera y por lo tanto la posibilidad de éxito es cuando menos dudosa.
Por poner solo un
ejemplo, Santiago Carrillo fue capaz de sacrificar una parte del ADN ideológico
del PCE para poder ser legalizado y seguir en las mismas condiciones que el
resto. Bueno, realmente no eran las mismas pero se aproximaron bastante.
Renunció a la República, a la bandera tricolor con altura de miras, con
generosidad a pesar de las presiones internas que conmocionaron el partido.
Al igual que Adolfo
Suarez tuvo la audacia de tomar esa decisión y juntos todos la imaginación de
sacar adelante una Constitución de consenso y unos Pactos de la Moncloa
absolutamente necesarios, imprescindibles.
Resulta cuando menos
curioso que esos jóvenes críticos ahora añoren partes de aquella época cono el
Estatuto de los Trabajadores, los derechos sociales, las formas de contrato, e
incluso la revisión de las pensiones. Creo que al menos necesitan un curso
acelerado de historia específica de aquel apasionante momento para ver si
aprenden algo y así poder aplicarlo a este.
También es paradójico
que el personaje actual que en la última semana ha sabido estar a la altura de
las circunstancias sea el menos esperado, Pedro Sánchez. ¿Quién imaginaba que
sería capaz de dar un golpe en la mesa y plantear con firmeza su oposición a
cualquier acuerdo con el PP y su apuesta por un gobierno alternativo? En cambio
la gran esperanza de la izquierda, Pablo Iglesias ha decepcionado con una
posición excesivamente rígida con grandes dosis de irresponsabilidad,
sectarismo y miopía política. Eso después de un tránsito de la radicalidad del
inicio, al pragmatismo de la campaña electoral, para volver al punto inicial
justo cuando más se le necesitaba sensato.
Las gentes de la I
Transición supieron actuar aparcando la táctica esterilizarte sustituyéndola
por una visión estratégica, de largo alcance, incluso anteponiendo los
intereses del país al del propio partido como fueron los casos de Suarez y
Carrillo. UCD acabó desapareciendo y el PCE se quedó bajo mínimos pero dejaron
un profundo legado histórico.
Ahora cabe exigir lo
mismo, especialmente a las gentes de la izquierda. Sería una insensatez que
pudiendo echar a Rajoy y su PP del gobierno, por cuestiones de rango menor no
pudiera hacerse.
Por eso se deben poner
en activo las premisas del título, audacia como la del propio Sánchez,
imaginación para buscar soluciones de este tipo al escollo del referéndum en
Catalunya y generosidad para ser capaces de dejar todos “pelos en la gatera”.
Una mirada
retrospectiva al tiempo de 1976-79 sería recomendable para todos los actores
actuales. Allí hubo mucha “cocina”, contactos discretos, cafés, comidas, porque
también en estos temas es importante las relaciones humanas, la empatía con el
“otro”. Sólo por poner un ejemplo gráfico ¿Por qué no recuerdan los contactos
Carrillo-Suarez? ¿Por qué no poner en práctica ese ejemplo y dejar ya la
exposición pública ente los medios de comunicación? ¿Por qué no apagar durante
unos días la aparición constante en las televisiones y utilizar ese método a
través de contactos discretos buscando la síntesis?
¿II Transición? Es
probable, pero para ello se necesita aplicar aquellos principios, aquellas
característica. Señores de la izquierda, pongan ustedes mucha audacia, mucha
imaginación y toneladas de generosidad porque su base social se lo está
pidiendo a gritos. Pónganse de acuerdo, tomen contacto, dedíquenle horas de
conversación (los convenios se firman a altas horas de la madrugada justo el
día de ruptura), dedíquenle esfuerzo y sobre todo estén a la altura de las
circunstancias. La historia les recordará o no por lo que sean ustedes capaces
de hacer ahora. Es el momento de los estadistas. Ojalá tengan el valor y el
acierto de hacerlo.
Fdo.: José Luis Úriz
Iglesias (Afiliado al PSC viviendo en Navarra)
Villava-Atarrabia 28
Diciembre 2015
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