De campañas e incendios

Publicado en Diario de Noticias de Navarra y Publicoscopia el 31 Mayo 2016

En esta campaña electoral interminable todo cabe, desde Otegi a la estelada pasando por Venezuela. Durante estas últimas tres semanas el equipo mediático del PP, el propio y también el ajeno, ha tenido entretenido al país con estos temas intentando y logrando a la vista de las últimas encuestas, que éste vaya a votar el próximo 26-J sin tener en cuenta el aluvión de casos de corrupción que le desbordan.

Dicen que un pueblo que vota a corruptos de esta manera se convierte en cómplice de corrupción. Quizás, lo que sí es cierto es que nuestra ciudadanía se encuentra entre hastiada y adormecida lo que permite a la derecha seguir campando a sus anchas sin ningún límite. Qué pena.

Pero la campaña da para mucho más, resulta entre patético y lamentable que todos los partidos de la derecha al centro o la izquierda, incluidos los novedosos, hayan debido pasar a rendir pleitesía a la gran patronal en su convención del “Círculo de Economía” de Sitges. Curioso que sea precisamente allí donde se celebre un afamado festival de cine de terror, porque terror o pavor es lo que dan este tipo de actitudes.

Han intentado calmar a la fiera, decirles que sean quienes sean los que gobiernen se portarán bien y no se meterán con sus prebendas. Incluso algún insensato ha insinuado la probabilidad de pactos anti natura. Ya sólo les falta, que seguramente lo harán a lo largo de estos 28 días, hacer lo mismo con la bran banca, con Bruselas, con el IBEX, en definitiva con los poderes fácticos que ponen y quitan. ¿Son los síntomas de tener una democracia tutelada, amañada? Probablemente sí.
Mientras tanto el incendio social recorre las calles del barrio de Gracia de Barcelona debido a que un grupo de okupas se empeñan en detentar la propiedad de un local que no es suyo. Este grupo de violentos, ayudados por otros que no están en este tema pero que lo aprovechan para montar la bronca, están poniendo en jaque al poder político y municipal, mientras el vecindario y los comerciantes del barrio están ya hartos de tanta bronca, de contenedores incendiados, coches y motos destrozadas y vivir en un constante estado de sitio.

Resulta absolutamente impresentable que al hilo de este lío se haya descubierto que el anterior alcalde Xavier Trias, les estuviera pagando el alquiler, los arreglos de desperfectos, la luz, el agua, los impuestos y que además lo mantuviera oculto. ¿Por qué a ellos y no a los miles y miles de ciudadanos de Barcelona que están necesitados de vivienda, que lo están pasando mal en esta cruel crisis? ¿Por qué ellos montan la bronca y el resto no? ¿Se deben quemar contenedores, coches, o romper lunas para que atiendan tus necesidades básicas?

Es un mal precedente y el propio Trias y su partido deberían dar explicaciones clarificadoras, o en su caso dimitir por un mal uso de los fondos públicos. Pero nuevamente existe un silencio cómplice especialmente en el seno de la izquierda catalana.

Todo esto aderezado con la polémica, habitual ya en Catalunya, sobre la actuación de los Mossos d’esquadra. Desde quien opina que se sobrepasan hasta quienes se extrañan de que no practiquen más detenciones. Pero lo que resulta realmente intolerable es que noche tras noche un grupo minoritario de violentos sobrecoja un barrio entero llevándole fuego y destrucción.

La policía debe medir su actuación, pero en un Estado de Derecho también debe proteger a la ciudadanía pacífica de estos energúmenos, utilizando cuantos medios legales tenga a su alcance. La situación en el barrio de Gracia debe controlarse sí o sí y todos los poderes públicos deben empeñarse en hacerlo. Se palpa ya un hartazgo entre su vecindario cansado ya de bronca tras bronca.
Al otro lado del Pirineo otro incendio se propaga por nuestro país vecino. Francia vive días de violencia, huelgas, manifestaciones contra la reforma laboral impulsada por el gobierno de Manuel Valls. Esa confrontación de un gobierno del PSF con la poderosa central sindical CGT tiene componentes suicidas para la izquierda. El pulso entre Manuel Valls y Philippe Martínez, curiosamente ambos descendientes de republicanos españoles, puede ser letal para esa izquierda a punto de dejar de ser dique de contención para una extrema derecha desbordante.

Quienes intenten buscar comparativas con nuestro 15-M se equivocan y mucho menos hacerlo con el memorable Mayo del 68. Aquella experiencia transformó la sociedad francesa y la izquierda europea e iba acompañada de un potente movimiento cultural y social. Escritores, cineastas, cantantes, pintores, artistas en general, intelectuales aportaron a aquel Mayo elementos ideológicos profundos de los que hoy carece el actual.

Más bien parece una pelea de gallos (Valls y Martínez) por hacerse con el gallinero, e incluso otra más deplorable entre sindicatos por conseguir el botín de la mayoría ante las próximas elecciones sindicales de 2017. La hasta hora hegemónica y radicalizada CGT se enfrenta a una emergente y moderada CFDT por esa mayoría. La primera lidera las protestas la segunda apoya la reforma del gobierno.

Según todos los indicios la ciudadanía ya se encuentra cansada de esta situación. Las últimas encuestas reflejan que la inmensa mayoría de la población francesa desea acabar con ella y volver a la normalidad. Continuar PSF y CGT su pulso actual puede resultar desastroso para ambos y para la izquierda en su conjunto.
Mientras todo esto ocurre otro incendio aún más cruel, la dramática situación de los refugiados, continúa ahora ya sin el foco social y mediático. Deberíamos de reflexionar sobre el “que”:

Que acaben de mostrarnos que 10.000 niños han muerto ya en el conflicto de Siria, o que los mares que les separan de Europa se conviertan en una inmensa tumba, entre 700 y 900 muertos en una semana, a casi nadie preocupa inmersos ya en otros menesteres.

Que en ese mismo periodo hayan sido rescatados 13.000 refugiados, ahora buscando nuevas vías como la de Italia, indica que los datos que se dieron hace meses de 190.000 están absolutamente desbordados y que probablemente se acercarán a los dos millones.

Que el señor Ribera vaya a Venezuela en plena crisis en el macro campo de refugiados de Idomeni merece todo tipo de comentarios, todos ellos de reprobación.

Que la señora vicepresidenta Sáenz de Santamaría haga alusión a la situación de emergencia social en ese país ignorando el genocidio que está ocurriendo a muchos menos kilómetros de ella, indica la indecencia a la que ha llegado actualmente la política en nuestro país.

Todo ello con un nuevo silencio cómplice de la izquierda incapaz de plantear alternativas creíbles y en muchos países de Europa acobardada por el temor de sus consecuencias: el auge de la extrema derecha.

Dan ganas de decir como lo hace Mafalda: “Que se pare el mundo que yo me bajo”.

Fdo: José Luis Úriz Iglesias (Afiliado al PSC viviendo en Navarra)

Villava-Atarrabia 30 Mayo 2016



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