¿Una izquierda líquida?
Artículo publicado en Gara, Diario de Noticias de Navarra y Navarra Información
El recientemente fallecido Zygmunt Bauman introdujo en sus reflexiones la idea de sociedad líquida, modernidad líquida, e incluso amor líquido. Intentaba definir con ellas el actual momento de la historia donde todo parece efímero, frente a lo que vivimos nuestra generación y la anterior en la que lo consistente se imponía.
El recientemente fallecido Zygmunt Bauman introdujo en sus reflexiones la idea de sociedad líquida, modernidad líquida, e incluso amor líquido. Intentaba definir con ellas el actual momento de la historia donde todo parece efímero, frente a lo que vivimos nuestra generación y la anterior en la que lo consistente se imponía.
Casas fuertes, de
ladrillo, empleos que duraban toda la vida laboral, matrimonios que acababan
con la muerte, amistades eternas. Ahora esa liquidez acaba generando relaciones
de usar y tirar, inconsistentes, empleos en precario, una sociedad voluble,
amores volátiles y dispersos.
Ahora todo es líquido
como el agua en un vaso que cambia de posición a la menor vibración. Esa
sensación de interinidad va desde la situación profesional, familiar, amorosa o
vivencial. Es como si cambiáramos de traje, o de camisa, cada mañana. Esa
situación produce inestabilidad, inconsistencia, miedo, nadie puede sentirse
seguro, la todo poderosa clase media de antaño ha saltado hecha añicos y se
encuentra en KO técnico.
Bauman en su
reflexiones planteaba que se estaba produciendo una “devastación emocional y mental de muchos jóvenes que entran
ahora al mercado de trabajo y sienten que no son bienvenidos, que no pueden
añadir nada al bienestar de la sociedad sino que son una carga”. Y concluía,
“la gente que tiene un empleo experimenta la fuerte sensación de que hay altas
posibilidades de que también se conviertan en desechos” con lo cual esa
sensación de liquidez se incrementa.
Esta liquidez de la sociedad, se traslada a las relaciones humanas, el
amor ya no es como antes, le falta anclaje, fuerza en su construcción, porque
los sentimientos cada vez son más vacuos, vacíos de contenido. Se cree que se
siente, pero al menor envite ese estado líquido hace que se derrame por el
suelo desperdiciando el empuje que provoca un sentimiento profundo consolidado.
La política actual también se ve infectada, invadida por ese estado de
liquidez. Los y las políticas son personas y por tanto susceptibles de sufrir
esa terrible enfermedad. Afecta así a sus comportamientos y por lo tanto a esa
política cada vez más débil, con ideas poco profundas que a veces recuerda al
famoso diálogo de los Hermanos Marx: “Estas son mis condiciones (ideas), pero
si no le gustan tengo otras”.
Pero dentro de esa política afecta especialmente a una izquierda vacía
de ideales y huérfana de ideólogos. Lo que existe hoy mañana desaparece. Lo
ocurrido en Francia y lo que está ocurriendo en España o Italia es un ejemplo
de ese estado de liquidez por el que atraviesa especialmente la izquierda
europea.
En el caso de Francia afectada por el virus de la incertidumbre los
candidatos de PSF aparecen y desaparecen. El heterodoxo Hamon ha vencido en sus
primarias al oficialista Valls que a su vez había desplazado al anterior líder
Hollande. Cuando parecía que lo más conservador del socialismo francés se
disponía a dar batalla a lo más rancio de la derecha, Fillon el extremo del
centro y Le Pen el extremo de la derecha, la militancia socialista da la
campanada imponiendo con sus votos a un socialista de izquierdas, vamos cómo
debe ser un socialista.
Quizás ahora esa sensación de liquidez pueda desaparecer, aunque cabe la
posibilidad de que Hamon, como Corbyn en Inglaterra, Tsipras en Grecia, o Renzi
en Italia acaben pragmatizados volviendo a esa izquierda a su estado de
liquidez.
La misma liquidez que se observa en nuestro país, con un PSOE a la
deriva y un Podemos que no acaba de encontrarse, ambos en plena lucha
fratricida. Observar la poca consistencia que existe en sus debates más
personalistas que de fondo, produce decepción. Se observa también aquí ese
estado de liquidez que apuntaba Bauman.
Sólo la reaparición de un nuevo Sánchez con un discurso más potente,
ideologizado, de izquierdas, con propuestas novedosas que cuando era Secretario
General, puede dar un poco de esperanza. Eso y la rebelión de las masas de
afiliación que se está produciendo en el seno del PSOE.
Aunque Sánchez debe dejarse aconsejar por gentes sólidas para evitar
patinazos como asegurar que si pierde se retira de la política. Eso compañero
Sánchez es ser un político líquido, porque el consolidado, el potente, sigue
luchando aunque pierda.
Curiosamente parecía que ese fenómeno fuera más fácil en un Podemos
mayoritariamente joven, pero al igual de la Revolución en Rusia ahora que se
cumplen los 100 años, se dio allí cuando todos los análisis apuntaban a que
fuera en la Alemania industrializada y con una clase obrera potente.
Si esa marea revolucionaria socialista es capaz de imponerse en las
primarias, la izquierda española celebrará ese centenario con una gran noticia.
Ojalá……..
Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Afiliado al PSC viviendo en Navarra)
Villava-Atarrabia 6 Febrero 2017
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