9 de Abril, la legalización del PCE: ¿Victoria o derrota?
El 9 de Abril de hace 40 años el gobierno
de Suárez decidía por sorpresa la legalización del PCE. Es uno de esos momentos
históricos de nuestra joven democracia.
Recuerdo perfectamente ese día, llegaba a Pamplona de un viaje
de Semana Santa a Navarra y veníamos de Andorra. Una gran nevada nos recibió,
cogí mi coche y me volví a Madrid a celebrarlo con mis camaradas de Artes
Gráficas, donde militaba y antes en la Universidad.
Después
mi primer carnet, la cena de celebración en su entrega, mis camaradas, Manolo
Galán, Guille, Felisa, Bernardo, Carlos Elvira, Emiliano y tantos y tantas
otras....aún les recuerdo. Años de lucha, de riego, de clandestinidad, de
detenciones, persecuciones, torturas, años de una política que hoy ya no se
lleva, prostituida como está en los tiempos actuales.
Reconozco que aún me siento comunista aunque milite en el
socialismo, moriré siéndolo y como mi amigo Enrique Curiel de cuya mano entré
en el PSOE pondrán la bandera de la hoz y el martillo sobre mi féretro antes de
incinerarme................
Vivimos todas esas sensaciones, todas esas
experiencias pero también otras que ahora van desapareciendo lenta,
implacablemente. Solidaridad, sinceridad, generosidad, audacia, honestidad,
complicidad en una lucha justa, valentía ante el poder de los cobardes, amigos,
camaradas, de los de verdad, aquellos con los que se forjó el acero de la lucha
anti franquista.
Hemos perdido, especialmente la izquierda,
demasiados valores en el tránsito por esta compleja democracia, quizás
engañados por la falsa creencia de que para conservarla todo vale, o
probablemente engatusados por la idea de que alcanzando el poder nuestras
propuestas, nuestros ideales se podían llevar a la práctica, o simplemente
porque nuestros líderes los de arriba, en medio, abajo, se conforman con las
poltronas que ponen en sus caminos.
Pero creo que el tiempo nos ha demostrado
que eso no es así, que alcanzar el poder en una democracia pervertida, trucada,
no permite aplicar nuestras ideas, poner en marcha nuestras recetas para
solucionar las injusticias de este mundo, porque es mentira que el poder como
idea fundamental, se alcance a través de las urnas, de los votos.
Hay un poder, el financiero, económico e
incluso religioso, que no participa en las elecciones pero que está por encima
de estos mecanismos democráticos, un poder que controla, dirige, ordena, sin
que nada ni nadie se le pueda oponer. ¿O sí?
De la respuesta a esa pregunta depende el
futuro de una izquierda ahora debilitada, confundida, aplastada en lo
ideológicos, e incluso en lo vivencial. Una izquierda inmersa en el cainismo de
luchas internas y externas.
¿Es posible con métodos puramente
democráticos llevar adelante nuestras ideas, nuestros proyectos de
transformación?
Hace 40 años pensábamos que sí, aquel 9 de
Abril al inundar las calles con nuestras banderas rojas con la hoz y el
martillo, esos símbolos que ahora las nuevas generaciones que han ido llegando
consideran ya trasnochados al igual que nuestras teóricos, Marx, Engels, Lenin,
Keynes, Freud y tantos otros, creíamos torpemente que la legalización la
habíamos conseguido con nuestra lucha.
Qué ingenuos fuimos todos estos años
creyéndolo, en primer lugar porque ignoramos, o quisimos ignorar, lo que
nuestros dirigentes pagaron, ingenuos porque olvidamos que el poder, el
verdadero poder, sabía que para perpetuarse era necesario ese movimiento que
entonces pareció una claudicación, ingenuos porque eso nos desactivó hasta
nuestros días.
Aquel 9 de Abril comenzamos a cavar
nuestra propia tumba, la tumba de la izquierda, o al menos la de la izquierda
real, sin descafeinar, sin moldear. Ahora somos, todos de la izquierda
civilizada, domesticada diría yo, esa que ya no le da problemas al poder real.
Quizás en el futuro tengamos que realizar
lo que en el cine consideran un Dèjá Vu, una vuelta atrás, al pasado, con el
fin de que nuestra película, película
acabe con victoria. Volver al momento previo a ese 9 de Abril, a lo que
representábamos antes de ese fatídico día, a nuestros ideales primigenios,
primitivos si queréis, a lo esencial de nuestras propuestas y aplicarlas
también con la praxis de entonces, con la lucha, clandestina si es necesario,
de aquel tiempo.
Cuando sabíamos quién eran nuestros
enemigos y también quienes nuestros amigos, nuestros compañeros y camaradas.
Cuando teníamos claro la dirección de nuestros pasos, las medidas a tomar para
vencer, para vencer realmente.
Quizás llega el tiempo de desperezarnos de
este largo letargo de 40 años, de volver a blandir nuestras armas ideológicas y
prepararnos para una larga lucha. Con sacrificios como en aquel tiempo, con
sinsabores, dolor, sufrimiento, recordando nuestro viejo lema: “más vale morir
de pié que vivir de rodillas”. Que de nuevo el acero forjado en tantas batallas
vuelva a brillar dando luz a la oscuridad actual. De buscar nuevos líderes que
no se vendan, ni corrompan, ni se dobleguen, líderes valientes, honestos,
solidarios, generosos.
O lo hacemos pronto o las masas, que ya no
confían en nosotros, nos pasarán por encima, no lo dudéis. De hecho ya lo están
haciendo, probablemente ahí se encuentre el argumento fundamental para entender,
por qué en este país gobierna un partido corrupto hasta las cejas como el PP.
Éste es el momento, éste el lugar,
precisamente en la conmemoración de ese 9 de Abril. ¿Por qué no puede ser este
país quien lidere ese nuevo tiempo, esa nueva estrategia?
Solo la lucha nos puede llevar a la
victoria después de 40 años de derrotas.
Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Afiliado al
PSC viviendo en Navarra)
Villava-Atarrabia 9 Abril 2017
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